Mientras más te guste lo que vayas a cocinar, más probabilidades tendrás de que te quede de revista.

Si algo se ha vuelto “viral” en estos días de confinamiento han sido las ganas (de comer y) de cocinar. Con tanto tiempo en las manos, y con las redes sociales sirviendo de recordatorio, muchos lo han aprovechado para pulir sus destrezas culinarias. Sin embargo, a otros menos afortunados, los días en casa les han servido para confirmar que definitivamente, la cocina no es lo suyo. Humo en exceso, arroces vueltos natillas, borracheras de sal y pare de contar. Si te sientes más identificado/a con el segundo grupo, no tienes nada de qué avergonzarte, pero sí que vas a querer seguir leyendo. 

Cocina lo que te guste.

Por muy obvio que parezca, lo primero que debes tener en cuenta es que mientras más te guste lo que vayas a preparar, más probabilidades tendrás de que te quede de revista. Eso sí, intenta ir más allá de los bocadillos, por favor. Déjate guiar por el paladar; por los sabores y matices que ya reconoce con placer. Por lo contrario, proponte preparar una salsa de nombre impronunciable, con ingredientes que jamás hayas visto en tu vida, y ya te puedes imaginar las ganas que tendrán todos de repetir.

Preferiblemente, que engorde.

Salen tortitas, pastas, y galletas de chocolate. Este tipo de recetas no solo te harán sentir muy feliz (por eso de las endorfinas), sino también extremadamente satisfecho en dos sentidos muy básicos. Por un lado, barriguita llena, corazón contento. Pero por otro, tu esfuerzo se verá totalmente compensado en sabor y resultado. 

cocinar sin saber cómo


Arriésgate a cometer mil errores.

Es importante salir de tu zona de confort con recetas más complejas. De esas que exigen y que sabes con seguridad que te pueden tirar por un precipicio. Si no lo haces y la receta te sale a la perfección, quedarás como el put* amo. Pero si como es de esperarse cometes errores, difícilmente los volverás a repetir en el futuro. Clichés los justos, pero solo de esta manera se aprende.

No queda más que animarse. Si ya lo has intentado en el pasado, otro intento más no dolerá. Solo procura hacerlo en condiciones apropiadas y siempre velando por tu seguridad y la de los que te acompañen. Desempolva ese mandil que te regalaron en las Navidades de los noventa, ¡y manos a la obra!