El cineasta manchego Pedro Almodóvar afirma que en los ochenta estaba mal visto que te ofendieras y ahora está mal visto que no te ofendas. Personalmente, le compro su reflexión y me quedo con el liberalismo y la condescendencia de esos años. Nos hemos transformado en una sociedad irascible que, cual vieja del visillo, lo espía todo y procede a emitir juicio de valores, tergiversar y embarrar el prestigio de quienes no se ajustan a las agendas de los que cortan el bacalao.

Vivimos tiempos peligrosos, el sentido del humor está perdiendo espontaneidad, la escritura, frescura, y la dialéctica tolerante, simpatizantes.

Empezó como algo conveniente y educacional, para luego terminar justificando la quema de libros y la censura de cuentos infantiles. Estamos presenciando una tiranía que te obliga a posicionarte y en donde la tolerancia se ha convertido en el nuevo pecado capital. Woke es el término anglosajón actual para referirnos a lo que en los noventa denominábamos como políticamente correcto, movimiento que se suponía ayudaba a impulsar políticas para hacer frente al racismo, la desigualdad social o la discriminación de género. Hasta ahí, todo genial, era justo y necesario. Pero, ¿en qué momento se nos ha ido de las manos y bajo el amparo del vigilante y anónimo ojo de las redes, nos hemos transformado en una conciencia colectiva llevada al extremo?

«La libertad de expresión es lo que mantiene a una cultura tolerante y viva»

Quiero recordar que la libertad de expresión es lo que mantiene a una cultura tolerante y viva. Si controlan lo que decimos acabaran controlando lo que pensamos. A mí, como abanderada del antes muerta que sencilla, me va a costar someterme a esta presión social que nos rodea y que ha perdido la capacidad de reírse de sí misma.

El anonimato, la falta de comunicación no verbal, la no contextualización y la expresión sin filtro que se da en las redes hacen que aumenten las posibilidades de que algo nos ofenda. Se revisan textos y acontecimientos que se juzgan despreciando su contexto histórico. Lo siguiente será que reneguemos de nuestros antepasados, que, seguro, tuvieron conductas que hoy consideramos inaceptables.

Toca evitar en lo posible a las personas ofendiditas y aprender a sobrellevar el hartazgo, que no es otra cosa que la sensación de cansancio o aburrimiento cuando algo se prolonga en exceso… Pues eso, me desapunto del woke.