Había visto varias veces esta fotografía. Este sí que es uno de mis escondites preferidos aunque cada vez lo conoce y lo publicita más gente. Me la había tropezado por redes sociales, por guías de senderismo y por los perfiles de amigos y compañeros. Te cautiva desde el primer momento. Les puede parecer, a primera vista, un rincón mágico, de ensueño y un tanto fantasmagórico si la niebla se cuela entre las ramas de los árboles. Rincones que he ido descubriendo y de los que pueden conocer más detalles en Mi Pasaporte.

Cómo localizarlo

Es muy fácil de localizar. Se trata de una bifurcación que está justo antes de llegar al Mirador del Pico del Inglés, en Anaga (Tenerife). La puedes encontrar, subiendo al mirador, a mano izquierda donde una señal de “Camino sin salida” te la ubica a la perfección.

Un lugar mágico al tiempo que fantasmagórico en Anaga

Se supone que te lleva hasta casas diseminadas de la Cumbre. Otros dicen que te conduce hasta El Bailadero. La verdad es que me quedé con la entrada, que era precisamente lo que estaba buscando. Si sigues un poco con el coche, te encontrarás algunas casas, mucha vegetación y un camino con un final.

Un lugar especial…

El sitio es especial por muchas razones. La entrada es una carretera que surge de un corte literal en una montaña. De una forma sorprendente, los árboles me quedaban sobre mi cabeza, formando una bóveda que te impide ver el cielo en algunos momentos.

Sorprendida, miré hacia arriba, me dejé embaucar por un panorama de cuento. Las paredes están verdes, húmedas, las raíces se atreven a salir de entre la tierra, roja, espesa y llena de vida. La laurisilva lo cubre todo.

Se trata de un camino sin salida que pasa desapercibido, un auténtico escondite

En un primer momento, da cierto miedo, pero al mismo tiempo te llena de paz. La que necesitamos en tantas ocasiones de caos y estrés diario. Creo que es un buen lugar para respirar 10 minutos, cargarte de tranquilidad y seguir adelante. Me encantó ir estrictamente en su búsqueda, me gustó encontrar este lugar y grabarlo a través de la retina. En ese lugar en el que solo yo entro: en la parte de mi memoria en la que almaceno mis momentos especiales y que, cuando necesito, vuelvo a revisualizar.