Siempre se dijo que la basura de un hombre es el tesoro de otro.

En realidad, no sé si siempre se dijo. Es una frase que tengo grabada a fuego en el cerebro desde la infancia, dicha en algún capítulo de Patoaventuras por el Tío Gilito, toda una oda al capitalismo. Pero es que el pato tenía razón.

La economía industrial ha sido históricamente lineal. Se consiguen metales en una mina, se refinan, se manufacturan, se usan los productos y se desechan. Van a un vertedero o contaminan la tierra. Pongámonos en el ejemplo de una hojilla desechable. Supongamos que solo se consumen petróleo y acero en su fabricación. Aunque una sola hojilla es algo “insignificante”, las cantidades por país son astronómicas. Todo ese metal es enterrado en un vertedero. Este ciclo de final derrochador dura de media seis meses. Y en esos seis meses una materia prima se convierte en basura abandonada.

Una cosa buena de vivir bajo el paraguas de la Unión Europea es que esta entidad está muy comprometida con la conservación del medio ambiente y los recursos naturales, asumiendo enfoques a veces muy ambiciosos. Un solo país puede no tener suficiente influencia para hacer esto, pero veintisiete sí que pueden. La economía circular está en el punto de mira de la UE y este annus horrobilis de 2020 ha publicado su nuevo Plan de Economía Circular.

En contraposición a la economía lineal, la circular es aquella que modifica todas sus fases para convertir en un recurso los residuos. La clave es abordar todo el proceso productivo para conseguir que no haya elementos de reciclaje demasiado complejos para que esto sea económicamente viable. Esto va a impactar enormemente en nuestra vida, y a un nivel que igual ahora pocas personas se imaginan.

Este plan, por ejemplo, abre la puerta, a que nunca compres un móvil. Me explicaré. Imagina un móvil donde has comprado las piezas “una por una”. O incluso donde no las hayas comprado, sino que solo has pagado un derecho a usarlas. Tienes tu móvil en el bolsillo y, entonces, se empieza a fabricar una cámara nueva, más potente, ¡con un cholón de píxeles más!, ¡los suficientes para hacer microscopía electrónica! Esa nueva y moderna camarita será compatible con tu móvil. Irás a una tienda y te la instalarán, dejando atrás tu obsoleta cámara, que será reciclada y convertida en nuevas y potentes camaritas. Por supuesto, comprar solo una cámara será más económico que cambiar de móvil; será proporcional. Y lo mismo para carcasas, pantallas, memorias, baterías… Igual que un programa informático, que compras pero se mejora por el fabricante. Entraremos, pues, en la era de la actualización y el recambio.

Carlos Clavijo Pacheco