No pretendo hacer ninguna campaña anticarnívora, pero me gustaría destacar mi experiencia tras dejar de comer carne hace más de un año y el maravilloso mundo gastronómico que descubrí tras dejarla. No fue del día a la mañana. Fue, más bien, algo progresivo. Uno de los factores que reforzó la decisión estuvo en el hecho, aparentemente sin importancia, de que en Mercadora eliminaron la sección de productos frescos y la sustituyeron por carne envasada, más su correspondiente subida de precio, claro. Además, ver documentales (David Attenborough: Una vida en nuestro Planeta), leer algunos libros y apercibirme de historias terroríficas del maltrato animal, calaron hondo. Entonces tomé conciencia real y decidí adentrarme en este mundo del pescovegetarianismo (aún no he dejado el pescado). O sea, ahora soy de café con leche de soja, de hamburguesa de guisantes, de taquitos mexicanos de heura o de espaguetis a la boloñesa, pero con lentejas y zanahoria. Maravillosos descubrimientos. En este tiempo, también, he localizado restaurantes, como La Verdulería en la Capital tinerfeña, con cartas interesantes en cuanto a sabores se refiere. Recomiendo la Ensalada mesopotámica.