La Naturaleza es muy sabia y nos da lecciones de ello cada día. Ahora parece incluso que lo hace con cierto descaro. Quizás fruto del hartazgo. A ver, ¿cuándo tuvimos una Semana Santa con un tiempo como este? Ni lo recuerdan. Parece recochineo, cuando no se puede salir… Pero, más a más que dirían los catalanes, habrán visto por televisión y redes sociales vídeos de cabras invadiendo hoteles cerrados en Fuerteventura, ballenas muy cerca de la costa de Santa Cruz de la Palma, delfines saltando próximos al muelle o la Playa de las Teresitas invadida por las gaviotas en Santa Cruz de Tenerife… Sin embargo para expertos, como el catedrático de Biología de la ULL Wolfredo Wilpret, lo más llamativo en estos últimos días de confinamiento ha sido la floración por primera vez en Canarias de la Orquídea de Darwin.
El indudable efecto positivo en el Medio Ambiente de la paralización de la mayoría de la actividad a causa de la pandemia tiene estas cosas. La contaminación ha caído considerablemente y los seres vivos vuelven a ocupar los lugares de los que fueron desplazados por la especie más invasora: la humana. Especie que nunca ha tenido límites ni se ha conformado con lo necesario para vivir, ni siquiera para vivir muy bien. Sin respetar lo más mínimo. Contaminando tierra, mar y aire.
No es el perdón a la Naturaleza lo importante al salir de esta, sino el propósito de enmienda. Dicen que seremos diferentes… a ver si es para mejor. A día de hoy en Canarias son 91 personas las que han perdido la vida por este virus y somos la quinta Comunidad con la curva de contagios más baja del país, datos esperanzadores pero que solo serán buenos cuando desaparezcan.
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