María Torres (Puerto de la Cruz, 1972) participará el 20 de mayo próximo en el Iroman de Lanzarote, una de las pruebas más duras de triatlón que existen en el Mundo al tener que superar 3,86 kilómetros de natación, 180,2 kilómetros de ciclismo y 42,195 kilómetros corriendo. Tiene dos hijos de 23 y 20 años y es entrenadora personal y monitora de Hatha Yoga. Afincada en Madrid siempre ha practicado deporte y ha competido desde joven en natación y equitación en la disciplina de doma clásica, siendo campeona de la Comunidad de Madrid. Ha corrido maratones en Madrid, Barcelona, Amsterdam y Berlín.

Sus inicios en el triatlón comenzaron en julio del 2009, unos meses después de ver competir a su hermano en el Ironman de Lanzarote. Le gustó tanto la prueba que se prometió que algún día tenía que vivir esa experiencia como atleta. Se asoció entonces al Club de triatlón Ecosport Alcobendas en Madrid y hasta la fecha.

Comenzó la preparación para el Iroman de Lanzarote dos semanas después de participar en el Challenge de Mallorca el pasado mes de octubre, donde quedó quinta y se clasificó para el mundial de Samorín en Eslovaquia. Guiada por su entrenador, Iván Álvarez, sigue con disciplina sus pautas en los entrenos de agua, fuerza, carrera a pie y ciclismo. «El planning es clave ya que debo seguir un programa de entrenamiento progresivo que va en aumento en volumen y carga según avanzamos en el ciclo. He tenido momentos complicados debido a una lesión que llevo arrastrando meses pero parece que ya la tenemos bajo control. Tuve una rotura de ocho milímetros en la fascia plantar en el tejido intrasustancial del pie derecho que me ha impedido correr unos meses. Por eso, hemos trabajado la carrera a través de la elíptica y en agua», subraya.

«Llevaré a mi padre en cada brazada, en cada pedalada y en cada zancada. Él es mi motor. Cuando me surgen dudas pienso en él y se me van»

Confiesa que el ciclismo es su disciplina más fuerte junto a nadar gracias a su época de natación. Dice, también, que le encanta correr pero debido a la lesión es lo que peor lleva en estos momentos. No obstante, sabe a lo que se enfrenta después de haber corrido cinco maratones.

Pero no todo es físico. La parte psicológica tiene un peso muy importante. María Torres lo tiene claro: «Tu estado anímico y emocional dependen del descanso, de la motivación y de los niveles hormonales que cambian durante todo el proceso, tanto en los entrenamientos como después. Somos una bomba de relojería cuando estamos trabajando bajo niveles altos de estrés. Es complicado y muy duro de gestionar. Entrenar la cabeza, las emociones y la motivación es un trabajo en sí. Solamente si tienes una mente fuerte, una mentalidad luchadora y eres perseverante, consigues sacar los entrenos. Hay días muy complicados en donde, incluso, te dan ganas de tirar la toalla».

Para el día de la competición el cuerpo de la tinerfeña estará fuerte, nutrido, descansado y muy bien hidratado. Y a nivel emocional, apunta, «estaré como un flan y me rondarán todos los miedos. Una prueba de este calibre impone mucho. Nunca sabes cómo va a reaccionar tu cuerpo». 

En cuanto a la alimentación, su dieta está adaptada a los días de entrenamiento. Come de todo pero muy sano. Intenta beber 2,5 litros de agua diarios y los días de entreno puede llegar a beber bastante más. Además, se suplementa durante los entrenos con sales, hidratos de carbono, aminoácidos ramificados y electrolitos. 

María Torres tiene, en la actualidad, un 18 % de grasa corporal y un 75,2 % de masa muscular, en niveles de agua, un 54,7 %. Estas cifras fluctúan según las semanas de carga y volumen de los entrenamientos.

El protocolo previo a la prueba tiene sus rutinas. Pasa por «entrenar muy poco y a bajas intensidades para llegar descansada. Es lo que se denomina tapering. La hidratación y la nutrición son, igualmente, importantes para que tu cuerpo responda de la mejor manera. Y que no falte un buen masaje de descarga».

Aunque su pareja es triatleta y debuta este año en el ironman de Klagenfurt (Austria) en junio, no suelen entrenar a la vez por incompatibilidad de horarios y porque él lo hace a otros ritmos e intensidades: «Va más fuerte que yo y suele ir con sus amigos del Club. Me encanta entrenar con él siempre que puedo. Como me exige, siempre mejoro y gano mucha chispa. Una pena que no cuadre más a menudo».

¿Vale la pena tanto sacrificio? Esta es la pregunta del millón y María Torres admite que se la formula muchas veces. Señala que no lo hace para demostrar nada a nadie. Simplemente, «es algo que quiero vivir. Superarme a mí misma siempre me ha gustado y es un desafío que me hace ilusión. Se lo dedicaré a mis hijos y a mi padre que falleció hace dos años y medio. Sé que le hubiese encantado verme pasar por la meta. Le llevaré en mi pensamiento en cada brazada, en cada pedalada y en cada zancada. Él es mi motor. Cuando me surgen dudas pienso en él y se me van».

La atleta admite que sus expectativas son terminar y disfrutar. Sabe que sufrirá mucho («en estas distancias no puede ser de otra manera») y que siendo la primera vez sería poco realista ponerse un objetivo de tiempo. «Lanzarote te pone en tu sitio, es una competición muy dura. Si hago trece horas estaré muy, muy feliz, pero si acabo en catorce también me sentiré muy satisfecha», asiente. 

Respecto al día después, subraya que «si haces un buen trabajo previo y te cuidas a nivel muscular, tu cuerpo puede soportar una prueba así». Sin embargo, puntualiza que «se genera un catabolismo muscular brutal. Tantas horas a tan alta intensidad generan muchos desechos fisiológicos y un estrés oxidativo muy potente, para lo que requeriré un buen masaje, suero para rehidratar, baños de hielo regenerativos y tomar recuperadores musculares». 

Tras el Iroman, María Torres tendrá más tiempo para cocinar («¡me encanta!»), escuchar música, ver películas, dibujar, leer… Y continuará entrenando. Su próximo reto: el Campeonato de Europa de triatlón media distancia en Madrid.