La oferta gastronómica del Lopesan Villa del Conde tiene calidad, color y sabor. El restaurante La Plaza ofrece un gran desayuno hasta pasadas las once de la mañana. Muy completo y elaborado, no falta de nada: estaciones frías y calientes, frutas, zumos naturales, lácteos, frutos secos, productos escandinavos, dulces, panes y postres, entre otras opciones.

En la Suite Royal disfrutamos de su impresionante terraza y de una riquísima degustación de frutas procedentes de la finca ecológica que posee el Grupo Lopesan (fresas, plátanos, piña, guayabos, papaya…), que acompañamos con una botella de champán Taittinger Brut millesimé 2014, un vintage que nos maravilla, un vino de primera prensa, con un coupage a partes iguales de Chardonnay y de Pinot Noir. Un lujo de notas florales y frutales y una boca aromática y cítrica, muy persistente y delicada.

A nivel de piscina, en el restaurante Alpendre, rodeados de vegetación, comemos unas buenísimas gambas al ajillo, chipirones al grill, ensalada César con frutas de la Isla y un lomo de cherne a la parrilla. Un restaurante abierto y agradable que fusiona la cocina mediterránea y canaria.

La cena, finalmente, en el restaurante OVO, presenta platos intachables, sabrosos, intensos y bien emplatados. Increíble el solomillo madurado, con un punto de cocción brutal, aportándole suavidad y jugosidad. También destaco el asesoramiento de Hipólito, jefe de sala, un enamorado de su profesión y de la marca Lopesan, que defiende, ensalza y abandera, y que junto Marcos Suárez, jefe de cocina, forman la pareja perfecta.

Los vinos escogidos, un acierto: Ramón Do Casar, elaborado con uva de Treixadura, y un Ribeiro herbáceo y aromático, que acompaña perfectamente, entre otros platos, a un escaldón con pescado curado y salsa barbacoa, y una Lubina al pil-pil. Para maridar el solomillo gustamos un Salceda Crianza 2018, a base de Tempranillo, Mazuelo y Graciano. Un vino pasado por madera con aromas a ciruela madura y una boca viva y fresca.