Fotografía: Yuni Sidi Mahmud

Telas: Pareo de Senegal y Melhfa del Sáhara.

Loueila Mint El Mamy (Lala) reside entre Lanzarote y Tenerife. Es abogada y trabaja con personas migrantes que llegan por vía marítima a Canarias. Este hecho hace que viaje prácticamente todas las semanas a las diferentes islas, porque todo varía en función de donde tiene que prestar asistencia. Su trabajo es su pasión y le encanta.

Pasó los primeros años de su infancia en el campo de refugiados saharauis de Tinduf. ¿Ha vuelto? «No. Desde que salí en el año 1998 no he regresado, aunque en el año 2009 estuve en los territorios ocupados del Sáhara Occidental».

¿Conoce la realidad actual de Tinduf? «Sí. Mi familia paterna sigue residiendo allí. 46 años después, mi pueblo, el saharaui, se encuentra dividido. Algunas personas quedaron en estos campamentos y otras viven bajo la ocupación de Marruecos. Nos prometieron volver a nuestra tierra y seguimos esperando. Desde que España abandonó el territorio en 1975 la población vive reprimida, en el exilio y sufriendo vulneraciones de derechos humanos. En la actualidad, Marruecos ha roto el alto al fuego y se ha iniciado un conflicto bélico entre el Frente Polisario y Marruecos en la zona de Guerguerat. El pueblo saharaui está cansado de vivir en silencio y resistiendo. Necesitamos gritar al Mundo que existimos y que cese el apagón que llevamos sufriendo desde hace años».

Su primer contacto con España fue en 1998, en Toledo, con una familia de acogida. Luego, junto a sus tres hermanos y su madre, se instaló en Los Abrigos, en el sur de Tenerife. ¿Qué recuerdo guarda de aquellos años? «Vine a España gracias a un proyecto maravilloso llamado Vacaciones en Paz. Permite cambiar la realidad de quienes se han criado en un lugar inhóspito y sin recursos, y así poder conocer otras posibilidades y realidades. Y algo mucho más importante, ser los embajadores de todo lo que vive nuestro pueblo. A la familia de Toledo le estoy muy agradecida por la acogida. Me abrió su casa y su tiempo, pero ahora, de adulta, echo en falta que esa acogida se trasladara desde la solidaridad e igualdad, del tú a tú como personas que nos necesitamos en el Mundo, y no desde el paternalismo de acoger a una niña africana. En el Sáhara queremos que la ciudadanía del Estado español nos abrace cuando llegamos, que conozca nuestra realidad y pueda denunciarla».

¿Fue fácil adaptarse a su nueva vida en Tenerife? «No empezamos de cero. Teníamos a parte de la familia residiendo en Tenerife. Eso hizo que todo fuera más sencillo. Me gustan los cambios y venir a Tenerife fue una de las mejores decisiones que adoptó mi madre. Gracias a ello pudimos reunirnos y construir nuestras vidas aquí. Creo que el hecho de que vengamos de una cultura nómada ayuda mucho. Tanto mi familia como yo nos adaptamos rápido».

«Ir destapada no es señal de libertad e ir tapada tampoco lo es de la represión. Lo importante es la decisión que tomamos las mujeres sobre nuestros cuerpos»

En junio de 2007, con 17 años, fue portada en FAMA. En las fotografías lucía figura con moda baño. ¿Le supuso algún problema el bikini? «Para nada. Siempre he tenido la suerte de contar con una familia diversa y con una mente abierta. Recuerdo que a mi abuela no le hizo mucha gracia al principio, pero después le regalé una revista y se la quedó. Era una mujer maravillosa y transformadora. Supo estar a la altura pese a lo que pudiera pensar. Creo que ir destapada no es señal de libertad e ir tapada tampoco lo es de la represión. Lo importante es la decisión que tomamos las mujeres sobre nuestros cuerpos. Soy consciente de que vengo de una cultura árabe y musulmana, pero siempre he contado con el apoyo de mi familia para ser y hacer lo que he querido y quiero».

¿El Islam es una barrera infranqueable para la lucha de los derechos de la mujer? «Incluiría a todas las religiones cuando se llevan a su extremo. Cada una, desde su inicio, en mayor o menor medida, se ha encargado de crear una especie de cárcel para nosotras, las mujeres. Los derechos de las mujeres se defienden a través del feminismo, un movimiento basado en la liberación de las mujeres».

¿Ha sufrido algún tipo de discriminación durante su estancia en Canarias? «No. Es sorprendente que siendo saharaui y racializada no me haya pasado, pero también creo que es porque encajo con los estereotipos marcados socialmente. De todas formas, podría hacer una lista de gente a la que quiero o conozco que sí. Este hecho, en cierto modo, me hace sentirme parte de las personas que sí la han sufrido».

Estudió Derecho en la Universidad de La Laguna. ¿Qué sintió al graduarse? «Un paso más. De hecho, no me orlé, aunque sí lo hice en el Máster. Siempre he tenido claro cuál era mi objetivo. Cuando aprobé la última asignatura de la Carrera ya estaba feliz por haberlo cumplido».

«Marruecos nos quitó todo lo que teníamos y España nos abandonó de la forma más triste»

¿Saharaui, marroquí, española? «Saharaui, por haber nacido sin poder serlo. Culpo a Marruecos de ello y responsabilizo a España por permitirlo. Marruecos nos quitó todo lo que teníamos y España nos abandonó de la forma más triste. Cuando hablo de Marruecos o de España me refiero a los dirigentes, gobiernos, reyes… Nunca a su población. Hoy en día me siento igual canaria que latinoamericana que saharaui o que de cualquier parte del Mundo».

¿Da por imposible la autodeterminación del Sáhara? «No, nunca. Eso significaría dar por imposible la lucha por la justicia, por la resistencia, por la resiliencia y por el pacifismo. Es aceptar que gana el más fuerte y violento. Y el pueblo saharaui no nació para resistir, nació para vencer y venceremos en la lucha por ser y por nuestra identidad. Estoy segura».

¿Cree que la actuación del Frente Polisario es necesaria? «Sí, claro. El Frente Polisario surgió como un movimiento de liberación por nuestro pueblo y la idea es que cuando lo consigamos se extinga, si así lo decidimos. Ahora está en conflicto con Marruecos. Un conflicto por nuestro pueblo, por nuestra tierra, por nuestra identidad. Aunque no crea en gobiernos, el nuestro tiene un fin. Veremos qué pasa».

La arribada continua de migrantes irregulares a Canarias ha acrecentado la xenofobia. ¿Cómo analiza el problema? «Creo que falta mucha información. Asisto a las personas que llegan y sé en qué condiciones llegan y qué pasa finalmente con ellas. Lo más triste es que hay algunas que no llegan, que mueren en la costa de Canarias queriendo llegar. En general me preocupa que existan personas a las que no les duela el dolor, la muerte, la vida, el hambre y la injusticia. Me da igual su nacionalidad, lo que me importa es que nos veamos iguales, porque lo somos. Me preocupa que señalemos que hay gente nacional que esté sufriendo y nos dé igual que una persona que no lo sea esté en las mismas condiciones. Con independencia de nuestra nacionalidad, color, sexo… hay algo llamado vida humana que está por encima de todo, incluso de un trozo de tierra que no nos pertenece. Debemos empatizar y solidarizarnos con el dolor o realidad de los demás, sea de Nigeria o de Santa Cruz de Tenerife».

«El Sáhara está cansada de vivir en silencio y resistiendo. Necesitamos gritar al Mundo que existimos»

¿Por qué Marruecos no frena la salida de migrantes? «Marruecos juega un papel estratégico en la Unión Europea, aunque no sea un estado miembro. Por eso suscribe numerosos acuerdos comerciales a costa del pueblo saharaui. Marruecos es consciente de que, en materia de inmigración, terrorismo y un supuesto control de fronteras, la UE la necesita. Sobre la base de esa necesidad chantajea a España y a otros estados europeos para seguir enriqueciéndose, mientras la población marroquí se ve empobrecida y abocada a salir. ¿Cómo es posible que la monarquía alauita sea una de las mas ricas del Mundo y su población la más empobrecida? Esto es lo que pasa en Marruecos. Al final, el dinero a costa de los demás siempre va a los mismos».

¿Y qué solución propone? «Frenar la migración es imposible, pero tampoco creo que haya que hacerlo. Las personas tienen derecho a salir libremente y regresar a su país, pero la realidad es que no se les da un visado para poder hacerlo de forma digna y segura a través de un avión. Se les priva de esa posibilidad y, al final, por unas políticas para frenar la inmigración obligamos a que las personas se jueguen la vida para llegar. Y algunos no llegan. Según datos del Colectivo Caminando Fronteras, 1851 migrantes perdieron la vida en 2020 al intentar llegar a Canarias. Pero lo que le preocupa a España es cómo han entrado y que sean irregulares. Debemos cambiar esta realidad».

Forma parte de la plataforma Canarias libre de CIE (Centros de Internamientos de Extranjeros). ¿Por qué esta reivindicación? «Todo empezó cuando estaba estudiando para el examen de acceso a la abogacía y una compañera psicóloga me invitó a acompañarla al CIE de Hoya Fría en Santa Cruz de Tenerife. Fui como voluntaria porque hablo árabe. Fue una experiencia terrible. Me sentí muy impotente al ver como personas que no habían cometido ningún delito y habían sufrido un trauma estuvieran privadas de libertad. A partir de allí terminé mis estudios y empecé a entrar como letrada para asistir a las personas que llegan por vía marítima y tratar de velar por sus derechos. Todo eso ocasionó que entrara en la Plataforma. Estos espacios no deben existir pues vulneran derechos fundamentales. El único delito de las personas que están dentro es que son migrantes y eso en un Estado como el español no puede suceder. Ni en España ni en ningún sitio».

¿Las personas que migran a Europa desde África buscan una vida mejor? ¿La encuentran? «Hay de todo. Gente que lo consigue, gente que no y es devuelta a su país, y gente que se da cuenta de que esto no es lo que quiere y vuelve. Pero la mayoría de los que lo consiguen es porque tienen familia, motivación, ayuda y una promesa de conseguir un puesto de trabajo para poder ayudar a su familia».

¿África tiene solución? «¡Claro! Es tan sencilla como dejarnos ser y dejar de expoliarnos, colonizarnos, esquilmarnos y un largo etcétera. La solución estaría en el cese del sistema capitalista, un sistema donde unos viven bien para que otros no puedan hacerlo».

Ya se ha hecho a la forma de vida occidental. ¿Descarta afincarse algún día en África? «Geográficamente estoy en África, pero no en mi país, el Sáhara Occidental. Es verdad que he echado raíces en Canarias porque es un privilegio vivir aquí, pero estar en este trozo de tierra o allí no me importa, siempre y cuando esté rodeada de la gente a la que quiero».

¿Le gustaría seguir ejerciendo la abogacía o tiene otros planes? «Soy afortunada. En la abogacía, concretamente, en la especialidad de Extranjería, he encontrado mi pasión».

Soltera y con novio. ¿Sueña con formar una familia? «Soñar no, pero me gustaría tenerla en un futuro no muy lejano».

¿Qué suele hace en el poco tiempo libre que le queda? «Disfrutar de la gente que quiero, escuchar música y bailar en todos los festivales o conciertos que pueda».

EL CURIOSO IMPERTINENTE

¿Su ideal de felicidad? «La conciencia tranquila».

¿De qué está harta? «De la falta de empatía y humor».

¿Rebelde hasta qué punto? «Hasta el punto de luchar por todo lo que creo, sin miedos ni ataduras».

¿Lo más bonito de África? «Las sonrisas».

¿Y lo peor? «El expolio de todos sus recursos».

¿Por qué llora? «Por todo. Soy muy sensible. Últimamente lloro mucho por las injusticias».

¿Lo más importante en su vida? «Mi familia».

¿El fin justifica los medios? «Depende».

¿Qué es lo que más le gusta de usted? «Mi alegría, a pesar de todo».

¿Un referente en su vida? «Tengo muchos, pero mi abuela o mi madre».

¿Qué rasgo de su personalidad le define más? «La firmeza».

¿Qué tiene el Sáhara de especial? «Nuestra supervivencia».

¿Viste a la moda? ¿Le interesa? «Sí, me encanta».

¿Qué cambiaría de su vida? «Nada. Me siento inmensamente afortunada».

¿Su mayor temor? «La miseria humana».

¿Qué virtudes valora más? «La sinceridad, la consideración y la alegría».

¿Su bien material más preciado? «El dichoso móvil».

¿Qué le apasiona? «La vida en todas sus fases».

¿Se perdería en el desierto? «Sí, claro. Lo recomiendo».

Por amor… «Todo. ¡Viva el amor!».