Lo que en este siglo empezó a llamarse Nesting, siguiendo la pauta normal de ponerle etiquetas a todo para que sea más veraz y se convierta en tendencia, lo estamos haciendo forzosamente desde hace ya más de un mes. Estos pioneros se dieron cuenta que para combatir la ansiedad no había nada mejor que echarse en un sofá cómodo, ordenar el armario y tirar las prendas prescindibles. Además, concluyeron que estar con los tuyos y hacer slow cooking era una terapia magnífica para coger pilas para el resto de la semana. Luego, había que redecorar, ya que los espacios vacíos y minimalistas, aunque llenos de diseño y despejados para una vida rápida, resultaban fríos.

Con esta premisa, no queda otra que engancharnos al Nesting. Eso sí, cuando salgamos del confinamiento deberemos combinarlo adecuadamente y en justa proporción con la vida laboral.