Fotografía / SuAr

Aránzazu Aznar es presidenta del Club Oliver de Santa Cruz de Tenerife, sociedad que acaba de conmemorar su cincuenta aniversario. También es notaria, secretaria del Consejo Provincial de la Asociación Española contra el Cáncer, patrona de la Fundación Sonsoles Soriano y asesora del Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio. Su agenda echa humo.

¿Cómo han celebrado los cincuenta años del Oliver? «Medio siglo merecía ser festejado. Organizamos un almuerzo con todos los concesionarios que ha tenido el Club y producimos un vídeo conmemorativo con la participación de nuestros expresidentes. Ahora estamos disfrutando de lo logrado y renovando colectivamente la ilusión para los próximos cincuenta».

¿Cuál es la esencia del Club? «Se trata de un club con una historia singular, pues nació de la intención de un grupo de amigos de conservar la casa que le da nombre. Es un club con un eminente perfil empresarial, pero también familiar, un espacio tranquilo y confortable donde se combina el disfrute personal y las relaciones sociales».

¿Qué actividad suele concentrarse en sus instalaciones? «El Oliver es testigo discreto de cruciales reuniones económicas, jurídicas, políticas y periodísticas. Acoge a las entidades y asociaciones más trascendentes en estos ámbitos».

«Soy la primera mujer presidenta. Es un orgullo y una responsabilidad»

Pese a este dinamismo es, posiblemente, una de las sociedades con menos proyección social de Tenerife. ¿Por qué? «El Oliver busca un equilibrio entre la irrenunciable realidad de ser un activo de la Capital y de la Isla, sede de eventos importantes, con procurar un ambiente fiable e íntimo. La evolución de la sociedad en general y de las nuevas tecnologías empujan a una exposición mayor, y es bueno que se nos conozca, pero manteniendo la imagen y valores de siempre».

¿Por qué solo pueden asociarse al Club trescientas personas? «Desde su constitución se ha mantenido el reducido número de trescientas personas asociadas para garantizar la conservación del espíritu que le dio origen: un ambiente sosegado y tranquilo».

¿Cuál es el perfil de quienes integran la Sociedad? «Preponderantemente son personas vinculadas al sector empresarial, profesionales liberales y alto funcionariado. En los últimos tiempos, además, se ha acentuado un perfil familiar en las actividades».

Entró en la presidencia del Club en 2018. ¿Qué le ha aportado? «Que convivan varias generaciones y dentro de ellas, que existan distintos intereses, realidades y sensibilidades. Esto obliga a que en el momento de toma de decisiones haya que ponderar multitud de aristas. No es sencillo, pero es absolutamente enriquecedor».

¿Cuántas personas han ocupado la presidencia hasta la fecha? Creo que usted es la primera mujer… «Once presidentes antes que yo. Gracias a ellos hoy el Oliver es lo que es. Sí, soy la primera mujer presidenta. Es un orgullo y una responsabilidad».

«La Casa es testigo discreto de cruciales reuniones económicas, jurídicas, políticas y periodísticas»

Tienen un proyecto para intervenir en los jardines. ¿De qué se trata? «El Club Oliver representa una hectárea verde en plena ciudad, un pulmón para nuestra capital. Por ello, hemos diseñado un plan director que potencie la vegetación y mejore su eficiencia y accesibilidad. Queremos un jardín lo más sostenible posible. Editaremos, además, un catálogo».

También están renovando la decoración de los salones… «Así es. La obsolescencia propia del paso del tiempo supone que sea necesaria una renovación. Renovar para seguir siendo iguales. Quiero decir, utilizamos materiales y tendencias actuales manteniendo el mismo estilo: clásico, elegante, armonioso, acogedor, con encanto… Características propias de la Entidad».

La Casa del Club es una maravilla. ¿Qué nos puede contar de ella? «Gracias a la creación del Club la casa de Concha Mendizábal se salvó del olvido y, muy probablemente, de la especulación inmobiliaria. Un mallorquín, en los años veinte del pasado siglo, ideó esta edificación de marcado estilo anglosajón. Quienes nos visitan siempre muestran admiración por su belleza. La sala de billar en la planta más baja te transporta en el tiempo, lo que la convierte en un atractivo muy especial. Asimismo, el porche y la gran terraza acristalada nos permiten disfrutar del jardín. El comedor rojo es solemne y en el salón del piano disfrutamos de magníficas interpretaciones».

¿Qué servicios ofrece el Oliver? «Aparte de ser punto de encuentro profesional y empresarial, completa su oferta con instalaciones deportivas: tenis, pádel y un gimnasio, y un spa y dos piscinas, una infantil».

¿Cuáles son los requisitos para asociarse? «Quienes deseen postularse, en caso de que haya una acción disponible, deben presentar una solicitud refrendada por dos integrantes del Club. Esta deberá ser aprobada por la junta directiva».

«A veces se nos olvida el lujo que significa estudiar»

¿Cuándo y por qué decidió que quería dedicarse al servicio público de la notaría? «Siempre me gustó el estudio. A veces se nos olvida el lujo que significa y que nunca hay que dejar de hacerlo. Opositar a un servicio público en el ámbito no contencioso me parecía muy interesante. Pero confieso que desconocía que fuera una profesión tan preciosa, útil y versátil. Asesoramos de una manera imparcial en derecho mercantil y civil, creamos escrituras que solucionan conflictos, redactamos instrumentos que evitan conflictos futuros… Acompañamos, en definitiva, a la sociedad a la que sirves».

¿Qué es lo que más le satisface de su profesión? «El contacto con la gente. El principio de inmediación es esencial. Desde la ilusión de quien adquiere su vivienda habitual, hasta casar o divorciar, recoger las inquietudes familiares en el testamento, levantar acta de una junta de socios o plasmar las disposiciones para el cuidado en última enfermedad. En definitiva, estar presente».

Supongo que como cualquier ser humano cabal es feminista. Pero, ¿hasta dónde llega su activismo? «Entiendo el activismo en un sentido amplio: luchar por intentar mejorar todo aquello que tiene pendiente la sociedad. Creo que, de acuerdo con las posibilidades personales, hay que participar en los órganos corporativos de las respectivas profesiones, realizar actividades en la comunidad vecinal, colaborar en una cuestación pública para una actividad benéfica, apoyar alguna reivindicación legítima con tu firma o presencia… Estoy convencida de que como sociedad no tenemos límites».

Entre la Notaría, el Oliver y demás responsabilidades no tendrá mucho tiempo libre… ¿En qué suele emplearlo? «Me encanta leer y, cuando puedo, viajo».

¿Sus objetivos vitales? «Ser generosa con el tiempo, que es lo más valioso, procurando contribuir sin perjudicar a otras personas. Y disfrutar con los seres queridos».

EL CURIOSO IMPERTINENTE

¿Qué le harta especialmente? «La crítica fácil y poco procesada. La falta de reflexión y de criterio propio, y la escasa introspección que nos hace culpar siempre a otras personas».

¿Se considera una privilegiada? «No puedo serlo más: tengo salud y el cariño de la gente querida».

¿Qué necesita para ser feliz? «¡Golosinas! Ja, ja, ja… No, cariño de quien merece la pena».

¿A qué le gusta jugar? «Al baloncesto, pero ahora me es muy complicado».

¿Si no hubiera sido notaria? «Hubiera emprendido alguna iniciativa empresarial. Me gustan los retos».

¿Su momento más romántico? «Las maneras de decir te quiero sin decirlo».

¿De quién es fan? «De toda la gente que está a mi alrededor y que, con sus problemas, cada día se levanta a esforzarse y trabajar con una sonrisa».

¿Lo más bonito que le ha pasado en la vida? «Que los problemas de salud de mis seres queridos se hayan podido atajar».

¿Después de la muerte? «A ver si puedo ir al Cielo».

¿Su mayor miedo? «Las injusticias».

¿Su punto débil? «No sé decir que no».

¿Alguna manía? «Las uñas perfectamente cortas».

¿Cree en el horóscopo? «No».

¿Un consejo? «No te traiciones a ti mismo ni te vendas».

¿Qué virtud valora más en usted? «No creo que tenga muchas, pero creo que siento un profundo y verdadero respeto por la gente».

¿Y defecto? «Me temo que no soy nada malpensada».

¿Qué es lo que más valora en una persona? «La bondad».

¿Lo más caro de su armario? «Algún bolso».

Desanime a alguien que quiera opositar a Notarías… «Es una apuesta enorme sin garantías de éxito».

¿Qué no le podemos pedir nunca? «Que hable alto».