Las leyendas sobre Canarias tienen que ver con su especial naturaleza, que ha propiciado que sean aptas para generar mitos. Todo en ellas parece estar bajo los efectos de lo sobrenatural: sus pobladores, su orografía, incluso su vegetación o su fauna. No hay historia de Canarias que no recoja referencias al mundo antiguo y a su relación con ella.

Por su ubicación más allá de las lejanas columnas de Hércules, el Archipiélago fue una fuente de inspiración que sedujo a narradores clásicos. Homero, Hesíodo, Píndaro, Herodoto, Platón, Estrabón, Plutarco o Luciano son algunos de los clásicos griegos que escribieron de las Islas Canarias. Plutarco, afirmaba: «Hállanse estas en número de dos, separadas la una de la otra por un brazo de mar muy estrecho, y se les denomina islas Afortunadas. El cambio de las estaciones es insensible, y en todas ellas circula un aire puro y saludable». Sus historias siguen siendo motivos para visitarlas.

«Cuenta la leyenda que el Archipiélago está formado por las montañas y los picos más altos de la Atlántida»

Según la mitología griega, la Atlántida era una gran isla habitada por un pueblo rico, sabio, justo y generoso gobernado por el dios del mar Poseidón. Cuando se volvieron codiciosos, Zeus decidió castigarlos con maremotos y erupciones volcánicas en la medida en que la isla fue destruida en solo una noche. Cuenta la leyenda que las ruinas de la Atlántida ahora se encuentran en el fondo del mar, debajo de las Islas Canarias, y que el Archipiélago está formado por las montañas y los picos más altos de este continente mitológico.

Pero no se acaban aquí los mitos sobre Canarias. Fueron asociadas a Campos Elíseos, las Islas de los Bienaventurados, las Islas Afortunadas, Jardín de las Hespérides o, como acabamos de ver, la Atlántida. Muchos de ellos muy presentes todavía. Quizás fuese una forma de explicar la incapacidad de llegar al Archipiélago porque formaban un espacio fuera de lo cotidiano, cuyo límite estaba marcado en aquel entonces por las Columnas de Heracles (en palabras del historiador Adexe Hernández.

En la mitología griega, Ladón era un enorme dragón con cien cabezas que custodiaban el Jardín de las Hespérides y las manzanas doradas cedidas por sus árboles. Cada una de sus cabezas hablaba un idioma diferente. La leyenda cuenta que después de la muerte del dragón, su sangre corrió por la tierra y brotaron dragones, un tipo de árbol endémico en las Islas Canarias, que es uno de los símbolos de Canarias.

La forma entrelazada de su tronco llevó a los autores clásicos a imaginar las cabezas en forma de serpiente de Ladón retorciéndose alrededor de su cuerpo. La presencia de dragones en Canarias animó a los primeros exploradores a creer que Ladón todavía vivía dentro del Teide, especialmente, en tiempos de gran actividad volcánica cuando se podía ver humo saliendo de su cráter.