La artista y diseñadora Ana Seco, entre Tenerife y Etiopía

«Ayudar a aumentar y mejorar la educación no tiene precio ni fecha de caducidad»

Ana Seco es licenciada en Bellas Artes por la Universidad de La Laguna y no pasa un año sin que invierta en formación. Cuenta con diplomaturas en Publicidad y Diseño Gráfico, así como con un curso superior universitario en Marketing y Publicidad de Moda.

Ha vivido y trabajado en ocho países de cuatro continentes y desde 2005 combina su carrera profesional con proyectos de cooperación al desarrollo, especialmente en Etiopía, país del que se enamoró hace quince años: «He conocido muchas culturas pero mi corazón está muy cerca de Etiopía. Su población es maravillosa. Trabaja duro por labrarse un futuro y estudia de sol a sol en las condiciones más paupérrimas. Además, es un pueblo con un alto sentido de la justicia y la solidaridad».

Este país africano es de los más pobres del Mundo, realidad que no le resulta ajena, pues confiesa que conoce la pobreza extrema gracias a «situaciones inimaginables». Al respecto, señala que el primer año sufrió mucho y que le llevó mucho tiempo asimilar las desigualdades. No obstante, admite que la situación va mejorando gracias al impacto que ejerce la enseñanza.

Su compromiso social la llevó a constituir a principios del 2018, junto a otra voluntaria, la ong Abesha-Etiopía. Hasta ese momento había colaborado con la asociación Madreselva, que las salesianas crearon y gestionan en la ciudad de Zway. Sin embargo, se dio cuenta de que para ciertos proyectos y para poder seguir ayudando de una forma más organizada y eficaz desde Canarias era necesario constituir una entidad nueva para promover los estudios de moda en ese país. Con este objetivo, tenían planificadas para 2020 varias acciones que truncó la pandemia de la Covid-19, como desfiles y viajes a Etiopía con especialistas de las Islas en la escuela profesional de moda de Zway.Ante la adversidad, Ana Seco subraya que «le hemos dado la vuelta a la tortilla y con la ayuda de varias voluntarias estamos inmersas en la tarea de crear material didáctico en forma de libros y vídeos para que puedan ser utilizados por docentes y alumnado».

La lucha constante por los demás marca senda en el caminar de esta tinerfeña, consciente de que «para los seres humanos, dar siempre enriquece más que recibir, en todos los sentidos y a todos los niveles». Por eso, cuando surge la desesperanza («bastante frecuente porque, muchas veces, chocamos con barreras») mira hacia atrás y pone en valor todo lo que ha conseguido: «Busco a estudiantes de primer año y observo hasta donde han llegado en sus vidas. Esto siempre funciona. Ayudar a aumentar y mejorar la educación no tiene precio ni fecha de caducidad».

Seco-Seco

Ana Seco aglutina con la marca Seco-Seco sus dos grandes pasiones: la creación artística desde las bellas artes y la moda. Es, sin duda, un sueño profesional hecho realidad que le ha permitido promocionar sus otros grandes intereses: la ecología y la solidaridad. «La ecología, por el carácter didáctico de mis productos, inspirados en especies de flora y fauna de Canarias, y la solidaridad, porque varios artículos de mis colecciones están elaborados en Etiopía, algunos en talleres privados de exalumnas y otros en el taller de la escuela de moda de Zway», destaca.

En la actualidad, está creando nuevos diseños de estampados para la colección de 2021 y ante la crisis, «toca replantear el modelo de negocio y buscar alternativas e ideas». En cuanto a su actividad plástica, prepara dos exposiciones, una en Dinamarca con obra nueva y la otra en Canarias a favor de su ong.

Y en medio de la ingente labor que realiza, saca tiempo para bucear, practicar yoga… y viajar. Así, revela que le quedan por visitar parajes naturales de Groenlandia, Sudáfrica, Australia… «sitios que quizá no existan en el futuro».

«El racismo toca mi punto sensible»

La convivencia de Ana Seco con personas de raza negra es palpable. Por eso, ha vivido con especial atención los conflictos raciales acontecidos en Estados Unidos e Inglaterra. «Este es uno de los temas que tocan mi punto sensible. El racismo en Estados Unidos ya lo pude constatar hace 25 años cuando viví y trabajé en Nueva York. Casos como el que hemos visto ya pasaban con mucha frecuencia entonces, pero no trascendían», recuerda. Admite que sufre mucho con estas situaciones y que solo se pueden solventar a través de la educación, «lo único que puede cambiar la mentalidad de la gente».