Amparándose en el Principio de Cautela, la Unión Europea prohibió en 2018 ciertas materias activas que, usadas en agricultura, se sospecha que son dañinas para las abejas. Este hecho es una oportunidad para reflexionar sobre cómo se hacen las leyes ambientales y los límites de la ciencia.

El llamado Principio de Cautela, también llamado de Precaución, es un elemento diferenciador del derecho ambiental. Viene a decir que es suficiente una sospecha de una condición para actuar legislativamente, aun cuando no haya suficiente evidencia científica en ese momento. Es decir, los neonicotinoides, las sustancias que fueron prohibidas por la UE, no han demostrado tener un daño diferente en abejas al de otras materias activas, pero los indicios y estudios preliminares apuntan a que sí lo tienen, lo cual es suficiente para actuar de manera preventiva.

El Principio de Cautela es muy polémico. Los ecologistas lo esgrimen constantemente y los opositores a las leyes ambientales suelen criticarlo. El hecho probado es que la prohibición de ciertas materias activas (la UE prohíbe cada año muchas) afecta directamente a las rentas de los agricultores, y la preocupación de dichas rentas son una de las razones por las que existe la UE.

Habiendo reflexionado sobre el Principio de Cautela, reflexionemos un poco sobre las abejas. Sentimos debilidad por ellas. Y no es para menos. Las abejas suelen presentarse como un modelo de laboriosidad y trabajo en equipo. Sin duda, hoy en día las abejas caen simpáticas.

Juegan un rol importante en los agrosistemas agrícolas. He aquí un palabro nuevo: agrosistema agrícola. Un agrosistema agrícola es, para que nos podamos entender, un ecosistema domesticado. Es decir, que las diferencias entre un ecosistema natural y un agrosistema agrícola pueden ser tan grandes como entre un lobo y el chihuahua de la tía Luisa.

A donde quiero ir a parar, es a que la Apis melífera, la abeja doméstica o melífera, es un animal doméstico. Las abejas tienen un rol fundamental en las producciones agrícolas, pues donde haya una flor, ha de venir una abeja a polinizar y que pueda haber fruto.

Pero, aunque importantes, son solo una especie de las cientos de miles de especies de insectos polinizadores. Este es solo otro ejemplo más de la importancia de que los árboles no nos dejan ver el bosque. Existen muchas especies de polinizadores que, por competencia con el ganado doméstico, es decir, las abejas, tienen problemas, y estos también deben visibilizarse.

Carlos Clavijo Pacheco