Fotografía / SuAr – Peluquería / Leticia Expósito

Conchi García-Panzano, directora del Colegio Hispano Inglés en la Capital tinerfeña, nació un 5 de octubre en Santa Cruz de Tenerife. Ha vivido toda la vida en esta ciudad a la que adora, se considera una autentica chicharrera y reconoce que es el mejor sitio para vivir. Eso sí, dice que hay que darse un paseo fuera con frecuencia para conectarse al Mundo.

Estudió la carrera que le gustaba (Geografía e Historia), lo que le permitió dedicarse a la enseñanza. «Todo lo que ocurre tiene sus causas y consecuencias y eso hay que entenderlo, no memorizarlo», afirma.

Su otra faceta, la de empresaria, le ha dado algún que otro quebradero de cabeza, y la ha llevado a pensar en más de una ocasión que quizás hubiera sido más práctico cursar Derecho para el día a día y dejar la Historia como un hobby. Pero no suele mirar hacia atrás. Siempre hacia delante.

En lo personal, junto a su marido, José, se siente muy orgullosa de sus hijas, Carla y Marta, y de su hijo, Pablo, «tres personas excepcionales».

Dedica su vida a la educación. ¿Qué le reporta? «Me reporta muchísimo. Entro todos los días con una sonrisa al Colegio porque soy muy feliz en él. Estoy segura de que en nuestras aulas está el talento que se necesita ahí afuera. Como dice nuestro lema, Shaping futures».

¿Y qué aporta usted a su mejora? «Ganas, fortaleza, vocación, entusiasmo… No me canso de enseñar y de aprender. Jamás me dejo vencer por la desgana».

¿En qué ha cambiado la enseñanza desde que usted, de niña y joven, estaba en el colegio? «La transmisión de conocimientos no va a cambiar nunca. Somos un ejemplo para el alumnado. La buena docencia marca para siempre. Recuerdo a grandes profesores míos y me entusiasma ver como ahora vienen a verme a mí».

¿Y el estudiantado? «Siempre cambia para mejor. Hay que saber adaptarse a los tiempos. La juventud de hoy en día está llena de vida. Solo hay que encauzarla, guiarla y ayudar a que eduque la cabeza y el corazón. Se trata de que pueda construir un proyecto vital que conduzca al éxito».

¿Es más difícil lidiar con el alumnado o con madres y padres? «Con las madres y los padres, sin duda. Ja, ja, ja… Hay que empatizar y pensar que siempre quieren lo mejor. Si hacemos el viaje en sintonía el resultado será excelente. Creo que lo conseguimos».

¿A qué mayor desafío se ha enfrentado desde que asumió la dirección del Hispano Inglés? «Mantener el legado que dejó mi padre».

Su padre, don Pedro, historia viva de la educación en Tenerife, ya se ha jubilado. ¿Qué aprendió de él? «Absolutamente todo. Mi padre siempre vivió entre pizarras, matemáticas, estudiantes, colegio, patio… Su padre era profesor y luego él se desvivió por su colegio y familia. A su lado aprendí y ahora trato de hacerlo casi tan bien como lo hizo él. Don Pedro es una institución en esta ciudad. Yo solo soy su hija».

Trabaja junto a su marido y su hermana, Eva. ¿Ayuda, es un problema? «No voy a negar que en alguna ocasión es complicado, pero al mismo tiempo no podría seguir sin sus apoyos. Me proporcionan lo necesario para seguir. También incluyo a mi madre, un pilar importante en el Hispano Inglés, y en la actualidad a mi hija. Al verla en el Colegio siento una satisfacción igual que la que mi padre debía sentir hacia mi hermana y hacía mí. Desgraciadamente no le puedo preguntar. Su cabeza ya se desconecta bastante».

Debe ser difícil acometer el reto educativo con ocho leyes en cuarenta años de democracia… «Es muy complicado. Cuando te estás acostumbrando a una llega otra. España tiene pendiente poner la educación por encima de la política. Hay que cuidar a nuestro mayor capital».

¿Qué cualidades debe tener el profesorado actual? «Vocación, paciencia, empatía, liderazgo, disciplina sin demasiada severidad, habilidad para entender… Es una profesión complicada, casi de riesgo, diría yo. Además, creo que no se valora como merece, pero lo llevamos bien. Compensa lo que recibimos a cambio».

¿Cree necesaria la presencia de tantos criterios de evaluación y competencias específicas? «Para nada. Dificultan la labor docente. Cuando enseñas bien y transmites correctamente el estudiante se vuelve competente. Se entusiasma con lo que hace y resulta muy fácil evaluarle. En nuestro colegio enseñamos para que aprendan. Entonces, lo demás sale solo. Dirijo a un grupo de profesionales excelentes con el objetivo de formar a las mejores personas del futuro».

Dislexia, disgrafía, discalculia, dispraxia, hiperactividad… ¿Las dificultades de aprendizaje son tan fieras como las pintan? «En algunos casos sí. Cada vez hay que estar más pendientes. Contar con un gabinete de orientación implicado y que trabaje codo con codo con el profesorado es indispensable para el buen funcionamiento de un centro. No se deben escatimar recursos. Al final, cuando ves los resultados, la satisfacción es infinita».

Acoso escolar, violencia, trastornos asociados a la adicción al teléfono móvil (nomofobia)… ¡Sálvese quien pueda! «¡Uff! Hay que tener ojos y oídos en todos lados. Nuestros escolares sufren mucho más de lo que nos podemos imaginar. El móvil es su peor enemigo».

¿La Pedagogía y la Psicología se han inmiscuido demasiado y para mal en la educación? «En nuestro caso, para bien. Son indispensables para establecer diferentes estrategias a la hora de enseñar».

En este medioambiente parece necesario cuidar también el bienestar del profesorado… «Es fundamental. Docentes felices, niñas y niños felices. El sentimiento se contagia y en el Colegio lo hemos logrado. Somos un gran equipo de gente entusiasmada con lo que hace».

¿Qué ofrece la enseñanza privada frente a la pública? «Las dos tienen cabida. La pluralidad enriquece».

¿Qué perfil personal y profesional demanda la sociedad de este tercer milenio? «Personas capaces de guiar, inspirar, transformar sin hacer demasiado ruido, con una gran inteligencia emocional para liderar equipos de trabajo y que sepan utilizar las nuevas tecnologías. Es un no parar. Tampoco falta la maleta con idiomas, cultura y actitud».

Su padre y Tomás Camacho fundaron el Hispano Inglés. El descenso de la natalidad es un hecho. ¿Le preocupa de cara al mantenimiento de la estructura empresarial? «Por supuesto que me preocupa. Una sociedad que no construye familia está abocada al fracaso. Hay que esmerarse mucho en facilitar a los jóvenes la construcción de un futuro».

Hija, esposa, madre, abuela, tía… ¿Qué busca en su casa lejos del ajetreo del patio de colegio? «Paz, tranquilidad y buenos ratos. Para mí la familia es vital. Sin ella no soy nadie».

¿Qué cambiaría de su vida? «Nada. Me gusta todo».

¿Qué necesita para ser feliz? «Lo que tengo. No quiero más. Por si acaso…».

¿Su mayor miedo? «No soy de muchos miedos. Enfrento lo que venga».

¿Qué es lo que más valora en otra persona? «El carácter. Un buen carácter es fundamental para todo».

¿Una canción? «Viva la vida, de Cold Play».

¿Un libro? «Me gustan muchos, pero si tengo que elegir, Guerra y Paz, de Tolstoi».

¿Después de la muerte? «Descanso. Siempre digo que descansaré cuando me muera. No paro casi nunca».

¿Qué meta tiene todavía pendiente? «No soy de marcarme metas. Voy superando etapas».

¿Qué prenda es la que más le favorece? «Una camisa blanca. Creo…».

¿De qué está más agradecida? «De todo lo que me ha dado la vida. A veces me pregunto si merezco tanto…».

¿Qué rechaza de la sociedad actual? «La intolerancia».

¿Su prioridad en este momento? «Mis nietas».

¿Alguna manía? «¡Uff! Algunas. La peor, no soporto estar en espacios cerrados».

¿Qué no falta en su bolso? «Una crema de manos».

¿Cómo desconecta? «Caminando por la playa».

¿Un secreto de belleza? «No me preocupo mucho, pero si tengo que decir uno, tener el pelo arreglado».

¿Su mayor virtud? «Mi capacidad de trabajo. La heredé de mi padre».

¿Y defecto? «Tengo muy poca paciencia. Soy de ya».

¿A qué personaje histórico le hubiera gustado conocer? «A Winston Churchill».

¿Qué es lo que más le apasiona? «Viajar».