Texto: Cristóbal Lugo / Fotografía: SuAr / Maquillaje: Eva Cruz / Estilismo: Beyond Archives

Las tinerfeñas Isabel Pérez, Jacqueline López y Mónica Lorente presumen de amistad. Y eso que son distintas. Mejor así. Si fueran iguales no se soportarían. Isabel, auxiliar de enfermería, trabaja como azafata en Fred. Olsen; Jacqueline es asesora comercial en Clínicas Dorsia en Santa Cruz de Tenerife, y Mónica es la directora gerente de este mismo centro sanitario especializado en cirugía y medicina corporal y facial, microinjertos capilares, liposucciones de alta definición, depilación láser, rejuvenecimiento, obesidad, psicología… Es la jefa de Jacqueline. Hay sintonía, pero en el trabajo prima la exigencia y profesionalidad. Mónica Lorente es emprendedora y tiene claro que en la jornada laboral no hay medias tintas. Ni siquiera con su amiga Jacqueline. Eso sí, forman equipo y la confianza y lealtad que se procesan contribuye al éxito de la empresa, una de las mejores posicionadas en España.

Jacqueline es la única madre de las tres. Tiene una niña de tres años (Leia) y vive con su pareja. Isabel es soltera y Mónica lleva casada catorce años y le basta con ser tía. Son independientes y convienen que se quedan con personas que aportan desde la libertad y el respeto. Lo demás no interesa. Incluso, Isabel, que no concibe la vida sin su fe en Jesucristo, subraya que aunque pueda querer a una pareja no la necesita.

Cuidan su imagen y están pendientes de la moda. La directora de Dorsia y su asesora comercial confiesan que les seduce vestir sexys y lucir curvas. Isabel, por su parte, va más a su rollo: «Aunque Yves Saint Laurent es mi marca favorita, uso cualquier prenda porque no sigo la moda, simplemente adapto lo que esté de actualidad a mi estilo, que me sienta cómoda y, sobre todo, busco ser yo misma. No es lo que te pongas, es lo como lo lleves».

Con ropa o sin ella se sienten bien. La autoestima es alta. Son mujeres empoderadas que velan por estar guapas y saludables. Mónica lo tiene súper claro: «No podría decirte algo que me guste más de mi cuerpo. Me gusta todo y me he hecho de todo. Todo lo que había que mejorar, se ha hecho». De igual forma, Jacqueline dice que mantenerse le cuesta mucho sacrificio y que por eso se quiere «completa». Ha pasado, también, por la cirugía (pechos y retoque abdominal) y se aplica tratamientos faciales estéticos. Isabel no ha pasado todavía por el quirófano, pero sí cuida con celo la limpieza de cutis, el aporte de vitaminas… Asevera que le gustan sus ojos porque reflejan quien es. Añade, junto con Mónica, que no hace mucho deporte, lo cual, para Jacqueline, es esencial: «Práctico deporte todos los días con una entrenadora personal. Mantengo una alimentación equilibrada y procuro descansar ocho horas para tener fuerza para el resto del día».

Los planes son parte esencial en cualquier amistad. Mónica no se corta y destaca que los que más le gustan son los que empatan desayunos con almuerzos y cenas. Incansable. Jacqueline no se queda atrás, pero es más de comida («el buen vino que no falte»), tardeo y lo que venga después, mientras que Isabel se adapta a todo «si estás en buena compañía».

Señalan que el trabajo les quita tiempo para la cocina, lo que no es óbice para que Mónica sea una crac con las croquetas («Mi plato preferido y fetiche») y que Jacqueline no se resista a cocinar platos al horno que lleven verduras de todo tipo (su favorito es el pollo con cebollas y pimientos). A Isabel, apasionada del orden y la limpieza, le encanta cocinar y su mejor propuesta es el pescado en salsa.

Isabel, Jacqueline y Mónica han quedado mañana para comer fuera. Es sábado y se lo pueden permitir. Sin presiones. A Isabel, que ama la soledad, disfruta socializándose para escuchar al igual que hace Momo, la niña de Michael Ende. Jacqueline se despertará con el objetivo de ser mejor persona. Y Mónica saldrá de nuevo para vender emociones y sueños.