Seguramente, mientras me lees, tienes cerca algún dispositivo portátil que está registrando algún parámetro físico relacionado con tu salud. Y es que en los últimos años se han convertido en un gadget obligatorio en el día a día.

Hace unos cinco años irrumpieron con fuerza pulseras y relojes inteligentes que servían para monitorizar tus niveles de actividad física diaria mientras los relacionaban con tus datos biométricos: peso, edad, sexo, metabolismo basal… Pero en la actualidad se han metamorfoseado hasta llegar a unos niveles de precisión extraordinarios. Los dispositivos portátiles generan cerca de cien mil millones de dólares en todo el Mundo, según los datos publicados en Global Data 2022 y sin visos de disminuir.

Estas mejoras y réditos económicos están produciendo toda suerte de artículos (zapatillas inteligentes, gafas, camisas, pantalones deportivos…) capaces de geolocalizarte para darte los kilómetros totales recorridos, junto con tus niveles de necesidades de hidratación, fatiga muscular o vaciado de depósitos energéticos, con lo que inmediatamente te pueden informar de una posible rotura muscular, la necesidad de parar para incorporar un bolo de carbohidratos o para controlar la intensidad adecuada en el caso de una persona con cardiopatía.

Mi consejo particular (aun siendo un friki confeso) es el de prudencia y sentido común, junto al dejarse asesorar, no por los vendedores, sino por especialistas en las Ciencias del Deporte.