En 2012, el 87% de los caladeros pesqueros del mundo estaban ampliamente sobreexplotados, según la FAO. La pesca es una fuente vital de proteínas animales para los seres humanos y a medida que el mundo se desarrolla, exigimos más. Cada vez hay que ir más lejos para encontrar peces, y usar artes de pesca más destructivas.
Una solución de demostrada eficacia son las reservas marinas; zonas donde la pesca está totalmente prohibida, limitada a artes artesanales o muy controlada. Uno podría pensar que no pescar y dedicar amplios caladeros a la fotografía submarina, es la típica ensoñación ecologista que no tiene en cuenta cosas tan básicas como que hay que comer todos los días. Pero al menos en este caso, no es así. Por qué funciona, es decir, pescamos más si no pescamos en todos lados. Para ello servidor ha traído una pequeña muestra. Gráfica de elaboración propia.
En España existen las reservas marinas, definidas de diferentes formas según la comunidad autónoma en la que se encuentren. Hay una en Canarias, La Restinga, al suroeste de la isla de El Hierro. Comparemos el valor en euros contantes y sonantes de las capturas en la zona cercana a la reserva marina (en verde) con las efectuadas en otra isla aledaña, La Gomera (en rojo).
Como se puede ver, la diferencia es marcada. Siempre, las capturas son mucho mayores en la zona cercana a la reserva, ya que los peces se reproducen en grandes números y cuando su población rebasa la capacidad de la zona vedada, se ven obligados a salir fuera, donde son pescados, teniendo grandes tamaños.
Y por si alguien se lo pregunta en 2012 no se pescó en El Hierro debido a la erupción submarina del Volcán Tagoro. Como se puede observar, la vida marina no se dio por enterada, y en 2013 las capturas repuntaron de manera importante.
La conclusión es que tenemos muchos problemas ambientales, pero el del agotamiento de los caladeros de pesca, se podría solucionar con un poquito de conversación entre políticos. Algo habrá que decirles.
Carlos Clavijo Pacheco
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