Con el paso de los años me voy obsesionando cada vez más con la idea de coleccionar ratitos ricos. Esos que dejan buen sabor de boca y un regusto a posteriori de las cosas por las que merece la pena vivir.

Entre mis favoritos y de éxito asegurado, un picoteo con amistades auténticas, aderezado con el buen humor de las personas que se saben queridas y en donde soñamos con escapaditas que el corazón anhela. Buenas vibras que fluyen de forma espontanea contagiando a la mesa vecina.

Algunos de los mejores ratitos surgen como pequeños regalos que la providencia nos brinda de manera inesperada. Por enumerar algunos, las risas cómplices con algún vástago que nos arrastra hasta la madrugada, un baño de mar en condiciones idílicas, el paseo bucólico en plena naturaleza inhalando bocanadas de aire fresco que son bálsamo para el alma, tardes de series, cotufas y chocolate con la pantalla de plasma como protagonista.

Ratitos a los que recurrimos en momentos de embajonamiento emocional y los cuales ayudan a darle sentido a la vida.  Con ellos nos vacunamos contra el mundanal ruido, el rencor y la envidia, conscientes de que hay gente que nos quiere bien. Procede conceder puesto de honor al cafesssito acompañado de confidencias y los afectos incondicionales que se reafirman bajo los vapores de un buen vino.

«Caldeemos nuestro cuore y seleccionemos bien el dónde, cuándo y con quién»

Con las Navidades a la vuelta de la esquina toca reivindicar parcela para atesorar ratitos ricos. Caldeemos nuestro cuore y seleccionemos bien el dónde, cuándo y con quién.

Momentos que invitan a la reflexión y a repartir cariño, empezando por nosotras mismas, mostrando nuestro lado más amable y reforzando la capacidad de disfrute, porque con el transcurrir de los años llega una serenidad plácida precedida por un liberador «tonterías las justas». ¡Algo bueno tenía que acompañar a las ingratas patitas de gallo!

Poder escurrir el bulto y decir «no» a chantajes emocionales, reproches y el victimismo de quienes aprovechan el contexto festivo para forzar una agenda de apegos impuestos en nombre de la Navidad.

Les propongo acometer estas fiestas de manera consciente, con ganas, actitud y una buena planificación que nos facilite atesorar unos cuantos ratitos rodeados de semejantes que nos completan, aportan y suman, para empezar el 2022 con mucha fuerza y con ganas de comernos el mundo.