Montaña Amarilla es uno de los grandes descubrimientos del verano. Un lugar totalmente mágico, un Monumento Natural Protegido que apenas ocupa unos pocos metros cuadrados en un pequeño rincón marino pero que te deja con la boca abierta. Tan cerca y tan desconocido. La cala de Montaña Amarilla está ubicada en Costa del Silencio,en sur de Tenerife. Su aspecto puede recordarnos a Montaña Pelada, también en el sur de Tenerife. Lugares que podrás descubrir con Mi Pasaporte.

Puede confundir porque está en el límite entre San Miguel de Abona y Arona. Aún así, llegar es muy fácil. Tanto que con estas simples indicaciones, si deseas conocerlo, llegarás sin problemas. Autopista TF-1, sur de la isla de Tenerife. Salida a la Costa del Silencio, rumbo Guarchacho. Rotonda hacia Costa del Silencio, llegas al litoral y allí la tienes: Montaña Amarilla. Y lo es, de ese color, porque como muchos lugares en el sur de la isla, la roca erosionada y caliza toma varias tonalidades de amarillo. Nada más llegar te la encuentras, después de aparcar el coche y caminar unos minutos.

Espectacular creación de la naturaleza

Hay parking suficiente. No tendrás problema. Sorprenden, y mucho, las pequeñas terrazas naturales en altura que, gracias a la erosión del viento y el agua, se han ido formando en la “falda” de la montaña. Se trata de pequeños espacios que sirven para poner la toalla, recibir el aire del mar y exponerse al sol casi desde las alturas. Con una vista privilegiada. Una verdadera experiencia natural cincelada gracias al paso de los años. La zona de baño implica cierta dificultad porque el acceso por la playa es de piedras (callaos) pero hay otro espacio tipo solarium en el que unas escaleras facilitan las cosas para entrar en el agua. Si van con idea de bañarse, no se olviden de los escarpines y tampoco las gafas de buceo porque el snorkel debe ser una pasada.

Además, pueden escalar la montaña y ver este panorama

Hay aguas cristalinas y unos fondos bastante claros. Yo no pude en su momento pero sin duda lo haré. Y es que no hay nada que me guste más que observar a cierta distancia qué hacen los pescaditos allí, en el fondo del mar. En los carteles informativos decía que la parte sumergida es espectacular, con grandes afloramientos volcánicos que sobresalen en vertical sobre el fondo arenoso. Hay algunos edificios submarinos que reciben el nombre de La Piedra Narayán, La Puerta o La Aguja. Según parece, la duna fósil que se encuentra al pie de la caldera continúa bajo el agua con iguales formaciones. Dicen que hay algas y blanquizales, sebadales y anguilas jardineras. Interesante, ¿eh?