En 2015 el Papa Francisco adelantó por la izquierda a buena parte de los movimientos ecologistas e instituciones que trabajaban por aquel entonces en el desarrollo sostenible mediante la publicación de la Encíclica Laudato si‘. La encíclicas papales son documentos, cartas abiertas a los fieles del catolicismo y a gente “de buena voluntad” que quiera prestarles atención. Laudato si’ tuvo una gran repercusión en los medios y hoy en día es un documento importante en lugares de estudios de ecología, sociología y economía.

En ella, el Papa rompía una lanza por una vida simple, sin carencias materiales, pero sin excesos superfluos. Nada nuevo en el cristianismo, pero muy novedoso en la orbita de los grandes líderes contemporáneos.

¿Cuál es el uso que le damos a los objetos que compramos? Pongamos un simple ejemplo: un libro. Un libro se fabrica, con árboles, petróleo, agua, y tintas que son componentes químicos peligrosos en cierta medida. Se transporta hacia nuestra ciudad. Lo leemos una vez. Y lo almacenamos en casa. Por amor a la lectura, por costumbre, pero es así. Lo que suele pasar es que almacenamos cosas que usaremos una vez. Invertimos dinero y energía en cosas superfluas.

Obviamente, para esto, la tecnología es una amiga, no una enemiga. Acordémonos de cuantos aparatos teníamos en casa en los años 90 que hoy en día han sido sustituidos por uno solo, el teléfono inteligente; cámara de fotos, cámara de video, agenda electrónica, reloj digital, ordenador personal… Incluso argumentando (pues es cierto) que la fabricación de un teléfono inteligente moderno es mas exigente en recursos naturales que cualquiera de esos aparatos por si mismo, en suma, es más ecológico.

El consumo responsable en nuestra sociedad debe darse desde la conciencia ecológica y social de nuestras decisiones de compra.

Carlos Clavijo Pacheco