Halloween es una de las fechas más importantes del calendario festivo anglosajón. Algunos países, conociendo aún esta festividad, tienen sus propias tradiciones y celebraciones ese mismo día, aunque coinciden en cuanto a su significado: la unión o extrema cercanía del mundo de los vivos y el reino de los muertos.
Muy a cuento viene una leyenda de la isla de La Palma que se sitúa en el extremo septentrional de la Caldera de Taburiente, cerca del Roque de los Muchachos, donde hay una muralla rocosa que se levanta a modo de pared que incomunicaba el antiguo camino entre los pueblos de Santa Cruz de La Palma y Garafía. Hasta 1926 se la conocía como Pared del Diablo, pero más tarde un cronista rescató de la tradición oral palmera la leyenda y ahora se la conoce como la Pared de Roberto.
Los protagonistas son dos jóvenes que vivían un amor no consentido. Como tantos en aquella época de principios del siglo pasado. Ella era de las cercanías de Taburiente y él procedía de Tagaragre (actual Barlovento).
Las citas amorosas de estos dos jóvenes tenían lugar bajo la sombra de un cedro, pero el diablo, celoso, quiso interponerse entre ellos y en una sola noche elevó una pared para que los amantes no pudieran reunirse. El chico intentó escalar la pared, la recorrió de arriba a abajo, pero cansado grito: “va el alma por pasar” y respondiendo a este desafío se escuchó el rumor del viento.
Cuando volvió a gritar “va el alma y el cuerpo por pasar” comenzaron a surgir pequeñas llamaradas de la pared y el cedro cayó abriendo grietas en el suelo por donde salieron seres infernales que arrastraron al joven al abismo. La pared se abrió dejando un hueco para pasar.
Al día siguiente, unos pastores que pasaron por allí encontraron el cadáver de la chica cubierto por la escarcha. La enterraron cerca del Roque de los Muchachos donde todos los años florece el pensamiento de las cumbres –Viola palmensis-. El cuerpo del chico forma parte de una enorme columna de basalto en el fondo de la Caldera y los retoños de un pequeño cedro crecen junto a la Pared de Roberto.
Alejandro de Bernardo
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