Fotografía / SuAr
El preludio de la primera suite de Bach inunda, sereno, la bajamar en la playa de Benijos. Anochece. Solo están Johanna Kegel y su violonchelo. Y la melodía y los roques y la orilla del océano bajo la cordillera de Anaga. Estaríamos siempre.
Johanna Kegel, violonchelista de la Orquesta Sinfónica de Tenerife (OST) desde hace 25 años, creció en la capital tinerfeña sabiendo que iba a dedicarse a la música (cuenta con estudios superiores tras formarse en Santa Cruz de Tenerife, Madrid, Londres y Barcelona). Su madre, Carmen Rosa, era profesora de solfeo y piano, y entre los genes y las tardes musicales en casa se enamoró desde pequeña de la armonía y del violonchelo, «el instrumento que más se parece a la voz humana por su registro y timbre», dice antes de confesar el amor que siente hacia su compañero del alma: «Es un instrumento estéticamente precioso y muy versátil. Su sonido me conmueve».
El 9 de septiembre arranca la nueva temporada de la OST con la interpretación de El Emperador de Beethoven. En total, hasta el 23 de junio de 2023, ofrecerá 49 obras de 37 compositores en dieciocho conciertos, con la participación de dieciséis directores, veinte solistas y dos coros de calado internacional. Será un reencuentro después del período de restricciones debido a la Pandemia, lo que para Johanna Kegel es un motivo de satisfacción pues supone «abordar con un cien por cien de público nuevos proyectos, nuevos directores y solistas, y una programación llena de novedades». Además, invita a quien no haya asistido nunca a un concierto a que lo pruebe y experimente («La magia del directo no tiene comparación con nada»), a la vez que subraya que cuentan con el apoyo de las personas abonadas «que nos acompañan todos los años». Este año se ofrece la posibilidad de comprar un abono para los dieciocho conciertos desde 306 euros.
«El violonchelo es un instrumento estéticamente precioso y muy versátil. Su sonido me conmueve»
Kegel también forma parte del Trío Hensel junto a Irina Peña (violín) y Esther Ropón (piano), formación que también ultima un programa basado, eso sí, en música de compositoras, ya que «todavía queda mucha obra compuesta por mujeres por dar a conocer, tanto del pasado como contemporánea».
Los beneficios que tiene la música para el cuerpo y la mente son indudables, dictamen que la maestra ratifica sin dudas: «Reduce la ansiedad, provoca optimismo, alivia el dolor…». Por eso está convencida de que nadie puede vivir sin música. En su caso, es su vida y pasión.
Vista la intensidad de lo que viene, en verano toca descansar y coger fuerzas. Y dedicarle algunas horas a la fotografía, afición muy querida para Johanna Kegel. «Hace tiempo que no salgo a crear y lo extraño muchísimo», apunta.
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