La expolítica nacionalista blande metal a favor del movimiento feminista. Y no le tiembla el pulso. Además, recuerda indignada (ya lo ha dicho) que sufrió acoso durante su etapa de consejera en el Cabildo de Tenerife: «Alguna vez me tocaron el culo. No solo a mí. Muchas compañeras también padecieron este tipo de agravios por parte de superiores».

Dulce Xerach (Tacoronte, Tenerife, 1969), expolítica de Coalición Canaria y expresidenta del Círculo de Bellas Artes de Tenerife, es una de las mujeres con más presencia en el movimiento feminista de las Islas. Lidera el proyecto La cultura es femenina, que pretende descubrir, ordenar, interpretar y difundir de manera creativa la desigualdad que, afirma, existe en la cultura.

Parece claro que esta nueva revolución feminista es necesaria. ¿Qué condiciones deben darse para conseguir la igualdad total?

«La condición esencial es que tenemos que dejar de estar relegadas a un segundo plano en todas las instancias y circunstancias. Como dijo la escritora Virginia Woolf: “Para la mayor parte de la Historia, Anónimo era una mujer”. Esa invisibilización crea la desigualdad, y para estar en un plano e igualdad, tanto en la vida laboral, como cultural, social y política, es necesaria la lucha feminista. Nada se consigue si no nos lo curramos».

¿La sociedad actual, la nuestra, sigue siendo machista?

«¡Claro! Le voy a poner un único ejemplo, que para mí, como escritora, es revelador: la poca presencia de la mujer en los ámbitos literarios. Esta realidad puede comprobarse fácilmente a través de los galardones. El premio literario internacional más conocido es, sin duda, el Nobel de Literatura. Pues desde su creación en 1901, hasta 2019, ha premiado a quince mujeres frente a 101 hombres. Otro dato: el reconocimiento más importante en lengua castellana, el Premio Cervantes, tan sólo ha galardonado a cinco mujeres frente a 42 hombres».

¿En el mundo profesional se confía más en los hombres que en las mujeres?

«Desgraciadamente es así. Digo desgraciadamente porque gran parte del mundo se está perdiendo a la otra mitad. Aquí tenemos que volver a los datos porque parece que tienen más credibilidad que nuestros argumentos. Hoy, en 2020, en términos globales, solo el 36 % de los puestos directivos de las empresas de todo el Planeta son ocupados por mujeres. Y una de cada tres mujeres que viven en la Unión Europea sufre acoso en el trabajo. Estos datos responden por sí solos a la pregunta».

¿La paridad no es algo forzado? ¿No debe primar la cualificación antes que el sexo?

«Si es por cualificación entonces todo el Tribunal Supremo estaría integrado por mujeres. Pero no. A pesar de que hay más juezas, de que sus calificaciones a la hora de acceder a la carrera judicial son más altas, resulta que a la hora de la verdad, hoy por hoy, en febrero de 2020, nuestro querido Tribunal Supremo está integrado por seis hombres y una sola mujer. Así que, sí, hay que forzarlo o no llegaremos nunca. Y nuestra generación quiere ver la igualdad hecha realidad».

¿Ha sufrido el peso del techo de cristal? ¿Cuándo lo notó por primera vez?

«Sí, muchas veces he sentido un techo de cristal. La primera vez fue al acabar la carrera de Derecho. Yo ya estaba en política y casi todos mis compañeros de la misma edad eran chicos y estudiaban Económicas y Derecho. No voy a dar nombres porque no es elegante pero mi expediente académico era el mejor de todos ellos y desde luego eso fue lo último que se tuvo en cuenta a la hora de hacer las listas electorales. Todos los que se posicionaron delante eran hombres. Ahí me di cuenta de que no éramos realmente iguales».

¿Se sintió impotente?

«Mucho».

¿Ha declarado en más de una ocasión que sufrió acoso durante su etapa como consejera en el Cabildo de Tenerife?

«Sí, por desgracia».

¿Y en su etapa de viceconsejera en el Gobierno de Canarias?

«No, afortunadamente».

¿Cuándo lo contará todo con pelos y señales?

«En alguna novela, pero no sé cuándo. No es fácil sacarlo de dentro después de haber permanecido en silencio más de veinte años».

Perdone la indiscreción, ¿le tocaban el culo?

«Sí, alguna vez. No solo a mí. Muchas compañeras también sufrieron este tipo de agravio por parte de superiores».

¿Es verdad que alguien llegó a pedirle que se bajase la altura de la falda?

«Sí. Me pidieron que bajara mis faldas más cerca de las rodillas porque mis minifaldas creaban algunos disturbios, creo que puntuales».

A lo mejor las llevaba muy cortas…

«Creo que no. En cualquier caso era mi elección».

¿El suyo es un caso aislado o era frecuente entre colegas suyas, periodistas, funcionarias…?

«Tan frecuente que sorprendería. Lo más escandaloso es que nos acostumbramos y se creía que eso era lo normal, cuando no lo es».

¿Esto del machismo es un problema superado por los hombres de su generación?

«Espero que sí. Creo que cada vez quedan menos dinosaurios, pero temo que se pueda retroceder, como decía Simone de Beauvoir, que es una señora a la que debemos la destrucción de casi todos los mitos y que luchó por una verdadera liberación, en nombre de todas nosotras, y de los hombres también. La liberación de las mujeres es una condición sine qua non para la liberación de los hombres, pues ella decía que había que estar siempre vigilando para no volver atrás».

Sujetadores al viento, axilas y demás epidermis sin depilar… La cosa desvaría…

«Hay muchos tipos de feminismo. Yo prefiero el que ama sin prejuicios. Y quiero amar desde la fortaleza que nos dará la igualdad, si alguna vez llegamos a conseguirla. Lo demás son estilos y de esos hay muchos».

¿Se considera una mujer polémica?

«Debo serlo porque suelo acabar metida en líos, pero no es algo que me guste. No soy una piedra ni una planta, tengo opinión propia y juego con la vida. Intento aprender de cada momento, sin demasiados prejuicios. En eso, para mí, consiste existir».

¿Sigue usando aquellas botas de agua Moschino cuando llueve?

«Sí. Solo tengo ese par. Fue una polémica inesperada, inapropiada, pero que con el paso del tiempo observo divertida».

El comentario en Twitter («Por fin puedo usar mis botas de agua de Moschino en #Tenerife… Primera vez!») fue un poco frívolo… Le dieron por todos lados…

«Lamento si alguien se molestó. A Moschino le encantó y me retuiteó. Es curioso esto de las redes sociales. Muchas personas me criticaron y muchas otras me enviaron su solidaridad en forma de fotos de sus propias botas de agua de todo tipo de marcas y colores».

¿A estas alturas cómo ve que usted y Pilar Parejo formaran parte del gobierno autonómico de Adán Martín? No parece muy estético, al igual que sucede, hoy en día, por ejemplo, con Pablo Iglesias e Irene Montero…

«Cuando Pilar y yo llegamos a la política no conocíamos ni a Adán Martín ni a su hermano Fernando. Nos enamoramos de ellos porque estaban cerca y tuvimos la oportunidad de estar al lado de dos personas maravillosas, a las que admiramos primero y quisimos después. Pero nosotras llegamos a la política antes que al amor. No teníamos por qué retirarnos. ¿Tendría que haberse retirado Adán Martín? La diferencia con Pablo Iglesias e Irene Montero es que nosotros nunca acusamos a los demás de algo que sabíamos que nos podía pasar, y ellos sí. Ahora son de la casta más castísima».

No guarda muy buen recuerdo de su etapa en el Parlamento de Canarias (2007-2011). ¿Por qué?

«El Parlamento es la institución política que peor funciona. Todo es hueco, vacío y solo se va allí, cada día, a levantar la mano. Salvo si eres portavoz, no hay verdadera libertad. Me aburrí recibiendo órdenes que no me permitían pensar por mí misma y fue ahí cuando decidí que ya era hora de dejar la política».

¿Se cansó?

«Siempre creí que la política era para una etapa y no para toda la vida».

¿Qué condiciones tendrían que darse para que volviese algún día a la política activa?

«¡Uff! No lo sé. No creo que vuelva…».

Es una mujer independiente, sin hijos… ¿Facilitó esta circunstancia su marcha?

«No repercutió especialmente, creo. Si hubiera tenido hijos quizás me habría parecido más temerario volver a empezar de cero a los cuarenta, que fue lo que hice. Yo no tenía ninguna puerta giratoria, ni un puesto al que regresar, así que tuve que volver a ponerme al día como abogada».

Hay quienes, en cambio, llevan toda la vida. El sueldo público es muy goloso y en la calle hace frío…

«Ellos sabrán. Creo que es un error vital».

¿Qué se pierde el político profesional?

«Se pierde la maravilla de lo que es formar parte de la simple ciudadanía privada, que también hace política pero cada uno en su esquinita, intentando que su trabajo vaya bien, que su empresa salga adelante. Se pierde la internacionalidad, la globalidad, el conocer a gente porque sí, no porque espere algo en particular del otro sino por el simple placer de la amistad y la buena y sincera conversación».

Alguna autocrítica de su paso por la política…

«Hice muchas cosas mal. ¿Quién no? Me hubiera gustado tener más tiempo para hacer una mejor política bibliotecaria, cuestión que considero fundamental en este mundo tan digital».

¿Continúa afiliada a Coalición Canaria?

«Sí».

¿La indisciplina de voto de Ana Oramas en el Congreso vale mil euros de multa?

«No. Se ha ganado el respeto de sus votantes. Tomó una decisión muy valiente y asumió las consecuencias».

¿Cómo hubiera reaccionado si el Comité Permanente de CC llega a expulsarla?

«Me hubiera ido del partido».

¿Coalición Canaria vive el peor momento de su historia?

«Al comienzo vivió momentos peores, cuando casi ni llega a existir, pero existió y creo que todavía tiene un largo recorrido si depura lo que tiene que depurar».

¿Tiene cimientos suficientes para superar la crisis ahora que no tiene poder?

«Creo que sí, pero quien sabe. Al menos no se ha pegado un tiro en una de sus columnas vertebrales en el caso Ani Oramas. Es una muestra de inteligencia».

¿Hay quienes se fueron de rositas en las Teresitas?

«Lo más grave no es quienes se fueron de rositas, que parece que los hay, y eso no está bien, pero, lo más grave es que hay inocentes en la cárcel y a nadie le importa. En Santa Cruz todo el mundo sabe la verdad. Bueno, todo el mundo no, casi todo el mundo. La Fiscalía y los jueces no quisieron saber más. Ni la Policía. Fue un juicio político».

¿El Caso Grúas tiene fundamento?

«Otro juicio político. Y con los recientes nuevos nombramientos tiene mala pinta para quienes lo sufren».

Usted no ve con malos ojos la independencia de Cataluña…

«No quiero que se independicen. Adoro a los catalanes, tengo muchos amigos allí. He vivido y estudiado temporadas en Barcelona y sigo yendo con mucha frecuencia. Quiero que les convenzamos para que se queden, pero por las buenas y no enfrentando el blanco al negro, enfrentando el más rancio nacionalismo español al más rancio nacionalismo catalán. Hay, como ocurre con el feminismo, otros muchos tipos de nacionalismo mucho más racionales, más conciliadores. Simplemente, yo veo gris claro lo que en Madrid se ve como negro profundo e insondable. Me parece injusto que los políticos encarcelados sigan en la cárcel. No mataron a nadie, ni violaron a nadie ni son un peligro para la sociedad. Se supone que el código penal en la actualidad no está para eso, sino para rehabilitar».

¿Se arrepiente de no haber sido madre?

«No. Soy una tía genial. Y adoro a mis sobrinos».

¿Su vida sin El Tanque?

«Ja, ja, ja… Pues no sé. El Tanque es como un hijo, no puedo vivir sin él. Y ya que sigue presente lo sigo defendiendo. Por cierto, es impresentable cómo continúa el exterior».

Pues sí. El óxido está cada día más presente. ¿Por qué no acaba de arrancar este espacio cultural de vanguardia? ¿Alguna mano negra?

«Más que una mano negra lo que falta es que quien tiene la responsabilidad (la Viceconsejería de Cultura del Gobierno de Canarias) le eche una mano y lo saque adelante. Ya es hora. Después de seis meses espero que el nuevo Gobierno haga algo».

¿Su María Anchieta es como el Pepe Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán?

«Ya me gustaría, pero a mi inspectora María Anchieta aún le falta mucho para acercarse al maravilloso y completísimo personaje de Pepe Carvalho. Ojalá tenga tiempo para poder escribir hasta mejorar y llegar a un nivel similar. ¡Ojalá! Pero escribir para mí es solo un hobby y, por desgracia, no tengo mucho tiempo libre».

El tándem Carmelo Martín dijo una vez que el pleito insular se cura viajando. ¿A usted que le aporta coger el avión?

«Sobre todo, me quita prejuicios. Hay cosas tan interesantes por ahí fuera… Hay personas tan preparadas en tantos lugares, tanta gente a la que admirar y de la que aprender, hay lugares tan especiales en el Planeta… Desde luego se te quita el ombliguismo».

¿A qué se dedica profesionalmente en la actualidad?

«Soy abogada, colaboro como profesora con la Universidad Europea de Canarias y escribo novela negra en mis ratos libres. Como abogada tengo mi propia empresa de consultoría que lleva proyectos pequeños en distintos países y eso casi no me deja tiempo para lo que más me gusta que es escribir, leer y pasear por la playa».

¿Fernando Martín es su media naranja?

«Fernando es mi amor inmortal. El resto de mis amores están en la familia y amigos. Esto es lo mejor de la vida, lo que me hace más feliz».


Texto / J. L. Z.

Fotos / Susi Arlan

Estilismo / Rosy Marichal para Boutique Vértigo

Maquillaje y Peluquería / D’Carlos

Localización / Espacio Cultural El Tanque