Fotografía / SuAr

La exmodelo y enfermera Elena Álava confiesa que desde niña siempre ha estado ocupada. Así, a los nueve años, poco después de afincarse con su familia en Santa Cruz de Tenerife (nació en Pamplona) quedó campeona de España de gimnasia rítmica. La práctica de este exigente deporte la mantuvo hasta los quince, pues estar en la élite suponía apartarse de su casa y no dedicarle el tiempo que quería a los estudios.

Pero pronto volvió a liarse la manta a la cabeza. El mundo del modelaje entró en su día a día: televisión, fotografía de moda, viajes… En varios países de Hispanoamérica vio de cerca la pobreza y tras muchas experiencias reafirmó la vocación que tenía gracias a la influencia de su madre, enfermera. De regreso a Tenerife y a los veintitantos se matriculó en la Escuela de Enfermería del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria.

«El yoga me aporta equilibrio y paz. Desconecto y me relaja muchísimo»

En la actualidad ejerce su querida profesión en un centro de salud de la Capital tinerfeña liderado por dos mujeres a las que admira, y aunque está tanto para un roto como para un descosido, su formación se orienta a la Pediatría.

La tarde en la bonita casa de madera de esta tinerfeña de adopción es muy agradable. La vivienda unifamiliar se ubica en el municipio de Tacoronte y apetece estar en el jardín junto a su perra golden retriever, Pipa, y sus gatos, Chivi y Milo. Con ella viven, también, su pareja, Nuha, y su hijo, Ángel (seis años), «lo más bonito que me ha pasado». Con esta confesión, normal que no oculte emoción y felicidad: «Es mi motor. Disfruto siendo madre». Eso sí, entre unas cosas y otras, saca tiempo para dos o tres sesiones a la semana de entrenamiento funcional. De igual forma, en casa practica yoga. «Me aporta equilibrio y paz. Desconecto y me relaja muchísimo», afirma.

«Ángel me emociona y me regala felicidad. Es mi motor. Disfruto siendo madre»

Del mismo modo, la buena alimentación está entre sus prioridades: «Siempre la he atendido desde pequeña. No me cuesta. Bebo mucha agua y evito los refrescos y los dulces, aunque alguna vez cae un buen postre. Ja, ja, ja…».

La cocina es otra de sus pasiones y, por supuesto, saludable: «Me salen muy bien los espárragos y el pollo al horno con champiñones y una salsa especial. Y pescado, claro».

Elena Álava transmite buenas vibraciones. El bienestar a su lado es un regalo. Subraya que el secreto es cuidarse un poco y sonreír mucho. «Mi vida es normal. No soy demasiado presumida, voy a la pelu como todas y me gusta estar bien para mí, no para gustar. Soy muy natural: vaqueros y tenis, muchos tenis. Ja, ja, ja…», asevera entre risas.

«Voy a la pelu como todas y me gusta estar bien para mí, no para gustar»

La acogedora cabaña contribuye, sin duda, a la armonía del hogar. Es la zona de confort de la familia en un entorno privilegiado. «Mi casa es un refugio de descanso, equilibrio y serenidad. Tiene muchos rincones para disfrutar», dice, para añadir que, en absoluto, vive aislada del día a día. Además, asienta que en invierno, si cuadra, se escapa a Andorra a visitar a una de sus mejores amigas y practicar esquí y snow.

Salud mental y redes sociales

Elena Álava saca tiempo para impartir charlas sobre salud mental y redes sociales a adolescentes en un programa del Servicio Canario de Salud de Atención Primaria junto a la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias. Dice que, sobre todo, centra sus intervenciones en la autoestima, pues «se están comparando continuamente, lo que ocasiona, por ejemplo, que dejen de publicar en Instagram si no reciben suficientes me gusta. Piensan que el valor está en los likes». Para contrarrestar esta frustración, trabaja en cuatro pilares fundamentales: «Yo me conozco, yo me acepto, yo me respeto y yo me cuido».

La especialista tiene claro que las redes sociales no son dañinas, «pero sí muestran unas vidas idílicas que no son reales». Por eso, subraya, «la fragilidad que genera este mundo del agrado inmediato ocasiona problemas en la alimentación, complejos, adicciones, modificaciones en el autoconcepto del sí mismo… si no se alcanzan los resultados esperados». En cuanto al uso del teléfono móvil recomienda, en general, que hasta los doce años no se tenga un dispositivo propio y que su uso, con control parental, se ajuste a un horario.

EL CURIOSO IMPERTINENTE

¿Algo prescindible en su vida? «El teléfono móvil. Estaría encantada de volver a aquellas terrazas para encontrarme a mis amigas sin necesidad de estar pendiente de la pantalla».

¿Por qué se manifestaría? «Por lo derechos básicos de cualquier ser humano, por el respeto y la honradez».

¿A qué le tiene miedo? «A que mi gente pierda la salud».

¿Su punto débil? «Mi hijo, Ángel».

¿Su momento más romántico? «Escapar en furgo a la playa».

Se la conquista fácil con… «Mucho humor».

¿Por qué suele enfadarse? «No suelo enfadarme».

¿Un momento de especial relax que no sea el yoga? «El crepúsculo desde mi casa».

¿Qué no falta en su bolso? «En esta época de mi vida, un cochecito de carreras».

¿Qué es lo que más les estresa? «Tener que depender de horarios».

¿A quién le gustaría conocer? «A una persona que volviera a nacer tras superar una enfermedad».

¿Su mayor error hasta la fecha? «Centrarme más en el resto que en mí misma».

¿Y acierto? «Ser madre».

¿Qué escribiría en la pared de un baño público? «Escribe bonito».

¿En qué capricho suele gastar dinero? «En la decoración de interiores».

¿Izquierda, centro o derecha? «Me lo reservo».

¿Reza todas las noches? «Sí, con mi hijo».

¿Su mayor talento? «La empatía».

¿Un recuerdo de su infancia? «Los desayunos junto a mi hermano».

¿Qué le ha enseñado hasta ahora la vida? «No deja de enseñarme. Estoy a medio hacer como un buen solomillo, pero siempre podemos sacar una lectura mágica de los momentos buenos y malos».