La detección de metales es una afición gratificante, divertida y hasta deportiva. Es relajante y cuenta con la ventaja de poder practicarse en familia, con amistades o bien en solitario. Se ejerce en la playa, en el campo… pero lo más importante es no dejar atrás la ilusión y sacar provecho al ocio. Los aparatos son generalmente de fácil manejo y bastante potentes, diseñados con tecnologías avanzadas y, en muchos casos, desmontables, fáciles de guardar (apenas mayor que un palo selfie) y como es lógico, con carga de batería.

La idea es localizar objetos de metal escondidos profundamente como monedas o cualquier objeto metálico valioso (oro o plata es lo ideal). Los detectores están capacitados para eliminar chatarra, hierro, papel de aluminio… para quedarse, exclusivamente, con esos tesoros que buscamos.