El nuevo restaurante Nub (una estrella Michelin) abrió sus puertas el 20 de enero de este 2021 en el Gran Hotel Bahía del Duque de Costa Adeje después de su paso por la pastelería La Princesa, en La Laguna, y La Laguna Gran Hotel, también en la Ciudad de los Adelantados. El viaje en las alturas de Fernanda Fuentes (Valparaíso, Chile, 1984) y Andrea Bernardi (Roma, 1977) estrena ahora flamante destino en uno de los establecimientos de lujo referentes de Tenerife.
La luz domina el amplio y luminoso comedor con vistas. Plante de Alisio en una cocina de dos culturas que se fusionan en las Islas Canarias. Encrucijada. Propuesta con productos locales que se concibe distinta, dinámica, única, empática… La pareja de chefs está feliz, ahonda en sus raíces. Tiene claro que la cultura y la historia y la familia dan sentido a los platos, no al revés. Y de ahí surge el menú Novatore, homenaje al abuelo de Andrea Bernardi. O sea, tributo al buen comer.
«La pareja de chefs está feliz, ahonda en sus raíces. Tiene claro que la cultura y la historia y la familia dan sentido a los platos, no al revés»
En el restaurante la nube se mueve y celebra la reciente concesión de un sol Repsol. Más sazón para una carta que se abre al sin gluten y a lo vegetariano. La clientela, da igual quién sea, está en el cielo. Y el cielo existe en el comedor del Nub.
La estrella Michelin puso al Restaurante en el mapa de la excelencia, de la innovación constante y de los focos. Tanto que Fernanda Fuentes viaja cuando surge a Sudamérica para grabar los capítulos de la edición chilena de MasterChef. Es parte del implacable jurado y la media naranja, también, de un cocinero romano que asienta principios.
El menú Novatore se deleita en tres estaciones: Estratos, Cúmulos y Cirroestratos. La primera se saborea en barra (Canutillo crujiente con crema agria de tomate y Madeleine de choclo con mayonesa de lima y cilantro). Después pasamos al comedor. Nos espera un Chacarero, guiño a la calle chilena con tartar de ternera, judías verdes, crujiente cebolleta y pan brioche. Es como un bocadillito con el que te chupas los dedos, entrada a panes caseros y su servicio de aceites, y a ocho platos entre nubes medias. Chifla la Pastelera de millo, cebolla vieja y cebiche de hierbas; corteja la delicadeza del Sorrentino de bacalao, hinojo y caldo de manitas (mar y montaña), y seduce el Tomate impregnado, risotto y trufa.
Nos levantamos y viajamos al Cirroestrato de los postres. Es una dulcería con gatitos de la suerte que te saludan y muñecos de fantasía. Juegan contigo y te brindan dos platos golosos y espléndidos: Naranja, aceitunas y pimienta, y Turrón de vino.
El gustoso trayecto se acompaña con Chile (Santa Digna Estelado Rosé, 2018), Península Ibérica (Les Brugueres Blanco, 2017), Italia (Vigna Santo Stefano di Perno, 2018) y Canarias (Paisaje de las Islas Naturalmente Dulce, 2017).
Después de la malvasía aromática y bomboncitos bajamos a la tierra.
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