«Todo pasa y todo queda, / pero lo nuestro es pasar, / pasar haciendo caminos, / caminos sobre la mar» (Antonio Machado).
Suena la bocina del barco que parte del Puerto de Santa Cruz de Tenerife. Se va navegando por los mares. Va fuerte, firme. Al alejarse le vieron llorar: «Caminante no hay camino, se hace camino al andar…». Me encanta andar con Abuelo. Más bien me encanta correr por la avenida de Anaga hasta que escucho su silbido. En ese momento me paro como una estatua. Es Abuelo. Me estoy alejando mucho y no quiere perderme de vista. Corro sin mirar atrás. Solo de reojo, para admirar, con amor, lo que dejo tras de mí. «Caminante no hay camino, sino estelas en la mar…».
Ta ta, ti ta, ti ta ti, ti ti, ti ta. El Código Morse para mí tiene un significado especial. Muy especial. Abuelo me llama así. Es nuestro secreto. Estoy en una comida familiar. Y escucho entre las voces, la alegría y el vino, un sonido muy peculiar. Es Abuelo. Me llama con nuestro código secreto. Le miro y ya me está mirando. Digo: «Hola, Abuelo». Y me contesta: «Hola, María». Y sonreímos.
Suena la bocina del barco que parte del Puerto… Hasta siempre, Abuelo.
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