Valiente. No hay otra palabra que describa mejor a cualquiera que en estos tiempos se embarque en un proyecto cultural de cierta envergadura. Y más en Canarias. Y más si hablamos de cine.
Anoche se estrenaba en Yelmo Cines Meridiano, como ya se había hecho en Gran Canaria dos días antes, la película La piel del volcán. Una cinta de 90 minutos dirigida por Armando Ravelo y protagonizada por Yanely Hernández, Mingo Ruano y Maykol Hernández. Una historia de amores y odios narrada a tres tiempos que hace al espectador saltar, una y otra vez, entre diferentes épocas: la conquista de las islas, la posguerra de los años 40 y la actualidad. Anoche se palpaba la emoción. La ilusión brillaba en los ojos de un equipo que ha hecho posible un largometraje con recursos muy limitados y cuya premier, muy bien organizada, contó con rostros conocidos de la sociedad tinerfeña.
En este espacio en el que se me permite opinar sobre la realidad cultural de Canarias solo hay hueco para la crítica constructiva. Por eso, y ya que no soy ningún experto en cine, catalogo la película que vi ayer como el fruto de muchísimo trabajo por parte de personas que aman lo que hacen. Una pieza audiovisual que explora códigos sobre los que no tenemos referentes, ya que apenas hay experiencias anteriores que lleven a la gran pantalla nuestro pasado aborigen, la perspectiva canaria de la guerra civil española, nuestro acento…
«Debemos poner en valor que un director joven corra el riesgo de apostar por nuestros paisajes y nuestra idiosincrasia»
En un imaginario que parte de su etapa más inicial, debemos poner en valor que un director joven corra el riesgo de apostar por nuestros paisajes y nuestra idiosincrasia; nuestro relato frente a opciones mucho más comerciales que con toda probabilidad habrían sido más rentables. Más exportables. Sin embargo La piel del volcán es una ventana que muestra Canarias sin una pizca de enaltecimiento cultural, histórico o nacionalismo cutre. Solo una historia (tres historias, en realidad) y sus personajes. Personajes con caras tan conocidas que es increíble cómo logran dar credibilidad a un registro tan diferente. Todo ello envuelto en una ambientación bien resuelta y una banda sonora que enamora.
Dicho esto, me quedo con la emoción que traspasa la pantalla en las escenas de la playa, la persecución por las calles de Valsequillo, el poema… Me quedo con el contraste de ternura y crudeza en los ojos de Yanely. La versatilidad de Maykol. La maestría de Ruano (impresionante). Y, por encima de todo, me quedo con el discurso inaugural de Armando Ravelo: un niño que visualizó un sueño a través del trabajo de los hermanos Ríos y que no fue feliz hasta decidirse a trabajar en lo que amaba.
La piel del volcán nació de una obra de teatro, se gestó en varios cortos y le deseo el mejor de los futuros. Pero es al director grancanario al que le deseo (y le ruego) una carrera larga y próspera donde siga apostando por esta realidad en medio del Atlántico que tanto tiene que contar al mundo.
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