Más de la mitad de los hogares españoles convive, en la actualidad, con un animal de compañía, lo que año tras año avanza y se traduce en un incremento de más de diez puntos consolidando una tendencia al alza, pues no es ajeno que cada vez son más quienes deciden ampliar su familia con un perro o gato, los llamados nuevos hijos de una generación que estudia y no procrea y concilia. Luego, cuando dejan de estudiar y trabajan, esos animalitos siguen en casa.

Un hito es el proyecto de ley que un concejal de Nueva York ha presentado a fin de que se pueda solicitar permiso por enfermedad del animal de compañía, con el objetivo de ausentarse del trabajo para acompañar a nuestro perro o gato al veterinario o durante la convalecencia de una enfermedad o cirugía. También contempla días de permiso de duelo tras el fallecimiento del animal. ¿Por qué ha de sorprendernos? En realidad, no es más que la alineación de la sensibilidad y la evolución. Por supuesto, el bienestar animal redunda en el bienestar social. Si nuestro perro o gato está sano, trabajaremos mejor y tendremos menos problemas.

Si los animales de compañía forman parte de nuestra familia ya no hay excusa para negar la realidad imperante. La nueva Ley de Bienestar Animal nos obliga a mantenerlos en perfecto estado de salud e higiene, pero para eso debemos tener tiempo, lo que choca con el horario laboral.

Pero el legislador aún no se ha puesto a trabajar en el tema. Parece que tendremos que estar a la espera de la elaboración de un reglamento específico para su implementación vía Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030.

Mientras, deberíamos ver avances a través de convenios colectivos que incluyan derechos para atender situaciones médico veterinarias de los animales de compañía.