La microbiota es el conjunto de microorganismos que habitan en nuestro cuerpo y nos ayudan a mantener la salud. Está compuesta por billones de microbios vivos que no solo son inofensivos, sino que llevan a cabo funciones beneficiosas y necesarias. Por cada una de las células de nuestro cuerpo, tenemos algo más de una célula microbiana, así que, prácticamente, somos más microbio que humano. Hasta dos kilos de nuestro peso corresponde a la microbiota.
La más conocida es la microbiota intestinal, pero lo cierto es que cada rincón de nuestro cuerpo tiene una composición microbiana distinta. Así, por ejemplo, la piel cuenta con una microbiota característica, la dermobiota, que consta no solo de bacterias, sino también de virus, hongos y protozoos. Una dermobiota en equilibrio será fundamental para lograr el mantenimiento de una piel sana.
Existe una conexión directa entre el intestino, el cerebro y la piel, por lo que la dermobiota se verá afectada por la microbiota intestinal y por la influencia del cerebro. O sea, una mala alimentación origina manifestaciones patológicas en la piel, al tiempo que el estrés, por ejemplo, puede provocar alteraciones cutáneas.
Para ayudar a mantener la salud de nuestra microbiota y dermobiota, los probióticos son una buena alternativa. Son microorganismos vivos beneficiosos para la salud y que encontramos en alimentos naturales: yogur natural, kéfir, queso crudo, chucrut, aceitunas y encurtidos, pepino y miso.
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