Energía nuclear. ¿Sí o no? Pues como diría un gallego; depende. Depende de la urgencia. La urgencia de cortar de cuajo las emisiones de dióxido de carbono. Las energías renovables empiezan ahora a ser una alternativa real a los combustibles fósiles, pero –aquí viene un chascarrillo– las energías verdes están todavía muy verdes.
Tras el desastre de Fukushima, el gobierno ecologista de Alemania decidió romper con la energía nuclear por razones de seguridad y volcarse en alternativas. Y la alternativa fue el carbón. El Partido Verde de Alemania es el responsable de que este país sea desde hace pocos años el país que más carbón quema para abastecerse de energía. ¿Por qué no lo hicieron con paneles solares y rotores eólicos? Porque no eran una alternativa técnica viable, así de simple. Este es solo un ejemplo de cómo las ideas a veces no resisten el contacto con la responsabilidad, la realidad del gobierno. Un partido verde quemando carbón a saco.
La energía nuclear entra en la ecuación de la transición ecológica en tanto en cuanto es una energía limpia desde el punto de vista del carbono, relativamente rápida de implementar y fiable. Sí, es cierto. La sombra de los accidentes nucleares siempre sobrevuela la energía nuclear. Un accidente nuclear es toda una catástrofe. Pero, sin olvidar el riesgo, pongámoslo en la balanza frente a seguir intoxicando la atmósfera con gases de efecto invernadero. No hay beneficio posible sin inversión. No hay inversión que valga sin asumir riesgos.
En lo que a España concierne, sus centrales tienen ya cuarenta años. Por eso es tan importante que sigan funcionando mientras las autoridades internacionales digan que pueden hacerlo de forma segura. Hablando en plata (o de plata), ya están amortizadas. Es por eso por lo que son tan competitivas y no hay gobierno que se atreva a cerrarlas. Todos los años la factura de la luz sube, y eso es un sangrado para los ciudadanos. Una receta segura para que baje la factura sería instalar más energía nuclear. Pero tampoco hay un gobierno que se atreva, por el escándalo y coste político (electoral) que significaría.
Carlos Clavijo Pacheco
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