Idea creativa / Daniel Páges – Fotografía / Alfonso Bravo – Peluquería y maquillaje / Juan Castañeda – Indumentarias / Fondos del Consejo Sectorial de la Indumentaria Tradicional de Tenerife – Modelos / Silvia Ivys y Víctor Rodríguez

El villancico Lo Divino recuerda la Navidad en Canarias. La letra es la del poema Las dos Noches Buenas del cordobés Antonio Fernández Grilo, mientras que la música es del tinerfeño Fermín Cedrés. La partitura original se conserva en el convento de las monjas claras de La Laguna, existiendo una copia en el Orfeón La Paz.

Esta canción popular la cantan parrandas y familias ataviadas con trajes tradicionales. Es el sentir de un pueblo que no pasa desapercibido para el Consejo Sectorial de la Indumentaria Tradicional de Tenerife (CSITT), órgano complementario del Cabildo Insular de Tenerifede carácter técnico y de asesoramiento. Su misión, afirma Dulce María Rodríguez, integrante del CSITT, es «informar, proponer, recomendar y orientar en la elaboración, seguimiento y evaluación de políticas insulares destinadas al fomento, protección y difusión de la indumentaria tradicional de la Isla».

La Navidad es tradición, cultura, reflejo de la historia e identidad, características que comparte el patrimonio textil de Tenerife, cuya gran variedad fue en buena medida desconocida hasta hace pocas décadas. «Los trajes tradicionales se relacionan con los distintos periodos históricos, la condición social y económica y la zona geográfica donde vivían las personas que los usaban», apunta la especialista, para añadir que «todas las prendas tenían una funcionalidad concreta y se usaban en la vida diaria, tanto en el trabajo como en ocasiones señaladas».

La indumentaria que se muestra en este reportaje corresponde a finales del siglo XIX y principios del XX. Al respecto, Dulce María Rodríguez dice que «con la Revolución Industrial, comenzaron a llegar a las Islas nuevos tejidos y colores, incorporándose, poco a poco, a la vestimenta de la población campesina». Estamos, sin duda, ante un legado vivo que guarda en sus hilos la memoria de generaciones pasadas. Por eso, subraya la experta, «conocerlas y difundirlas es una forma de valorar nuestro patrimonio cultural y garantizar que esta herencia continúe viva en el presente y en el futuro».

Desde el Área de Empleo, Juventud y Educación del Cabildo, que lidera Efraín Medina, se ha desarrollado esta campaña educativa de divulgación con la idea de compatibilizar el mantenimiento de la identidad y la defensa de la indumentaria tradicional con las nuevas tendencias en la moda canaria, sin confundirlas ni mezclarlas, pero siendo conscientes de que las dos forman parte de una misma evolución.

Es la idea de la campaña Nuestra identidad está de Moda, que promueve la defensa de la indumentaria tradicional y las artesanías que la conforman como elementos identitarios. En este sentido, Medina destaca que su principal objetivo es «la concienciación sobre la importancia social y cultural que tiene el hecho de vestir correctamente esta indumentaria, al tiempo que se pone en valor el patrimonio cultural de Tenerife».

ELLAS

Pañuelo. Prenda imprescindible para cubrir la cabeza como protección y símbolo de decoro y tradición.

Sombrero. Además de proteger del sol, servía también para cargar sobre la cabeza. Mas que un elemento de distinción era una pieza utilitaria.

Blusa. Siguiendo las modas llegadas de Europa, se confeccionaban, sobre todo, en algodón y, en menor medida, en lino. También incorporaban adornos y detalles decorativos.

Pololos. Ropa interior femenina. Aportaba comodidad y recato.

Enaguas. Las enaguas superpuestas daban volumen y estructura a la falda.

Refajo. Falda interior de lana o algodón, generalmente de colores vivos, para dar abrigo y cuerpo.

Falda. Prenda principal de la indumentaria femenina, con tejidos y diseños que variaban según las modas del momento.

Delantal. Pieza de uso práctico para proteger la falda, pero también decorativa en contextos festivos.

Medias. Tejidas en lana o algodón, protegían del frío.

Botas. De cuero, a menudo negras. Podían ser de botones o atadas con cordones.

ELLOS

Sombrero. Complemento inseparable. No se concebía salir al exterior sin cubrir la cabeza.

Camisa. Generalmente blanca, aunque se incorporaron telas industriales de colores.

Chaleco. Prenda intermedia, ajustada al torso, que daba formalidad y permitía llevar pequeños objetos en sus bolsillos.

Chaqueta. Confeccionada en paño o lana, se usaba en ocasiones especiales o para protegerse del frío.

Pantalón. De corte sencillo, líneas rectas y muchas pinzas en la cintura, seguía la moda del momento.

Fajín. En general, de lana del país, se ceñía a la cintura, protegiendo las lumbares, tanto del duro trabajo como del frío.

Calcetines. Normalmente, de lana inglesa.

Zapatos. De cuero, resistentes y duraderos, diseñados para la vida diaria en el medio rural.