Fotografía: SuAr / Maquillaje: Eva González / Estilismo: Feliciano Rodríguez para Bounty
El cirujano plástico Juan Aguiar (Santa Cruz de Tenerife, 1973) se apunta a una filosofía slow, tranquila. Y esa paz vital la transmite a sus pacientes, a quienes escucha con calma, sin prisas. Asesora buscando, siempre, el máximo atractivo que consigue gracias a su ideal de belleza: «Naturalidad armónica alejada de la exuberancia y del exceso».
Tras licenciarse en Medicina por la Universidad de La Laguna y superar el MIR inició la residencia en 1998 en Cirugía Plástica, Reparadora y Estética en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, donde continuó como médico adjunto. Durante ese tiempo también viajó a Uganda para cooperar en acciones solidarias que le marcaron profundamente. Más tarde, en 2014, trabajó en el hospital La Paz de Malabo (Guinea Ecuatorial) y en 2016, en Jordania, con Médicos sin Fronteras, en un hospital de Cirugía Reparadora para víctimas de las guerras de Irak, Siria y Yemen.
«No comparto la moda actual de pechos grandes, en especial, en chicas que practican deporte y apenas tienen grasa»
Después de siete años se mudó a Buenos Aires (Argentina) para adentrarse en el mundo del implante capilar, pero la posibilidad de integrarse en el equipo del prestigioso doctor Javier de Benito en el Centro Médico Teknon hizo que regresara a la Ciudad Condal. «Me formé muy bien con uno de los mejores especialistas de Cirugía Estética del Mundo. Además, complementaba el ejercicio profesional con estancias en el extranjero junto a colegas de indudable reconocimiento internacional», recuerda. Fueron ocho años intensos que finalizaron de la noche a la mañana con un desencanto vital, con un rechazo a la práctica médica excesivamente mercantilizada y mediática al participar, incluso, en el área de cirugía del reality show de televisión Cambio Radical. Colgó la bata y desconectó durante un año. Viajó sin rumbo fijo y sin un horizonte claro (retirarse en Tasmania entraba en sus planes) hasta que en una librería de Bangkok un libro sobre Cirugía le devolvió la vocación perdida.
«La cirugía plástica no es ir a la peluquería. No hay que banalizarla»
En Tenerife, como en ningún lado. Eso sí, Juan Aguiar necesita, al menos, tres viajes al año para escapar. México y su África querida («una vez pisas África estás condenado a volver») le roban el corazón. Después de tantos años con la maleta a cuestas ha conseguido atemperar su propensión al nomadismo.
Confiesa que ahora está feliz al frente del Instituto que creó en 2015 en la capital tinerfeña. Disfruta de la medicina y la comparte con sus pacientes, a quienes dedica la mejor atención, aconsejando, en ocasiones, que lo más adecuado es dejarlo todo tal como está. Así, subraya que los pechos deben estar en armonía con la anatomía de la mujer y que cuando son más grandes que lo normal se notan artificiales y, a largo plazo, crean complicaciones. En este sentido, no comparte la moda actual de pechos voluminosos, en especial, en chicas que practican deporte y apenas tienen grasa. «La talla depende de la estructura de cada mujer. Aunque la estética es muy personal, aconsejo y desaconsejo».
«A las personas transgénero no se las ha atendido con la comprensión, el cariño y la empatía que necesitan»
El Instituto, especializado en Cirugía Plástica, Cirugía Estética Facial, Cirugía Estética Corporal, Medicina Estética, Cosmetología coreana y Cirugía Mamaria de Reasignación Sexual, se ha convertido en pocos años en centro de referencia gracias a las habilidades de su director y equipo, empeñados en acrecentar la satisfacción personal y confianza de quienes se acercan a la consulta. Y lo consiguen. Corregir asimetrías, mamas tuberosas, pechos caídos (mastopexia), aumento y reducción de pechos, liposucciones, lipomarcaciones, rejuvenecimiento facial (lifting)… son operaciones habituales que combinan con otras estéticas menos invasivas que se aplican con una periodicidad de seis meses: bótox y ácido hialurónico. Eso sí, cuando el doctor Aguiar sugiere cirugía es porque se dan las condiciones adecuadas para ella. Subraya que tiene que estar muy convencido para entrar en quirófano. «La cirugía plástica no es ir a la peluquería. No hay que vanalizarla», afirma.
El protocolo que sigue el doctor Juan Aguiar se adapta, sin medias tintas, a un modus operandi que huye de la celeridad. Requiere dedicación y tiempo: «Lo primero que hago es conocer qué se espera de la cirugía. La gente viene muy condicionada por lo que ve en televisión, las revistas e Instagram. Pongo los pies en el suelo e informo de lo que es posible y lo que no. A menudo se piden fisonomías, bustos y cuerpos que no son realistas».
En la maravillosa película El hombre tranquilo (1952), John Ford retrata la comunidad irlandesa de Innisfree, un pueblo familiar en donde la sencillez marca senda. La felicidad está en las cosas pequeñas, en el día a día. El romanticismo existe, incluso en Sean Thornton (John Wayne) que escapa de su pasado en la ciudad. Busca sus raíces (son lo importante, dice la Santa en La gran belleza de Paolo Sorrentino) y cae rendido ante el ímpetu de la arrebatadora pelirroja Mary Kate (Maureen O’Hara). Humor, drama, amor… conforman una vida sin artificios, la que vive Juan Aguiar junto a sus libros, música, viajes y, claro, familia, amistades y pacientes.
Y la bicicleta eléctrica que le lleva, afable, de aquí para allá.
El género sentido
Juan Aguiar es el cirujano que mayor número de cirugías mamarias de reasignación sexual realiza en Tenerife, tanto de masculinización como de feminización. Estas cirugías, asevera el doctor, requieren formación, cariño, comprensión y empatía. «Se trata de un paso muy importante en la vida, un cambio que acompaña en la afirmación de la identidad y ayuda a llevar una vida plena y feliz». El colectivo transgénero, añade, «ha sido históricamente maltratado y discriminado, pero su lucha y activismo está consiguiendo que, poco a poco, el resto de la sociedad entienda, acepte y respete la diversidad de género. Y en esta lucha debemos estar. Ayer se marginaba, agredía y ocultaba, hoy se ampara para que estas personas vivan felices el género sentido».
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