Con la maleta a cuestas
«En Santa Cruz de Tenerife es donde he sido más feliz. Es mi ciudad, mi hogar. Guardo muy buenos recuerdos»
Desde que la periodista Ana Campos se casó con el exfutbolista del Club Deportivo Tenerife Edu Moya la maleta a cuestas ha formado parte de su vida familiar. El itinerario, con dos paréntesis en Santa Cruz de Tenerife, empezó en 2006 en la ciudad de Huelva. Luego, vivieron en Vigo, Alicante, Jerez de la Frontera, Bergen (Noruega), La Paz (Bolivia), Monesterio (Badajoz), Huelva, Cáceres y de nuevo Monesterio, donde residen desde hace dos años.
Pero este ritmo no es nuevo, pues su infancia, debido al trabajo de su padre en la banca, fue similar. Nació en Tarragona y, antes de afincarse en Santa Cruz de Tenerife, residió en Barcelona, Almería, Orihuela y Alicante. Eso sí, asienta que en la capital tinerfeña es donde ha sido más feliz («Es mi ciudad, mi hogar. Guardo muy buenos recuerdos»). No obstante, afirma que «cada viaje era una aventura, una nueva experiencia, nuevas amistades, otras culturas…». Así, subraya que “he sido muy afortunada y mis hijos, Eduardo y Eros, han adquirido unos valores extraordinarios y una capacidad de adaptación asombrosa. Todo tiene su momento y hay que saber sacarle el jugo y exprimir lo mejor. Cada época ha tenido un significado y ese significado te lo da, el tiempo, los años, la madurez».
Con este bagaje no extraña que, en la actualidad, trabaje en el programa Senderos del Mundo que se emite en La 2 de Televisión Española. Con él realiza rutas en la naturaleza por los cinco continentes: «Visitamos decenas de caminos, conocemos su entorno natural, el patrimonio histórico, ofertas de ocio, la gastronomía, tradiciones del lugar… Son aventuras inolvidables».
Junto a la actividad informativa, a Ana Campos también se la asocia con el deporte. Quizás, es la razón de que la bicicleta sea su compañera en los Senderos del Mundo. Habitual al ejercicio físico desde la etapa escolar, compaginó los estudios de Periodismo con la dirección de entrenamientos dirigidos. Esto, por ejemplo, la ayudó en Bergen, pues recién asentada empezó a trabajar como entrenadora personal y en un gimnasio. Y es que cuidarse (en julio cumple 42 años) es parte esencial de su rutina diaria: «Nada más levantarme de la cama bebo muchísima agua. Luego, tengo un rincón con un espejo, pesas, gomas elásticas y colchonetas. Siempre encuentro un momento para tumbarme en el suelo y estirar la espalda, cuello, cadera… Lo recomiendo. En cuanto a la alimentación, en casa comemos mucha verdura, fruta, proteínas, una dieta variada y equilibrada sin excesos de fritos ni de grasas. Soy muy estricta al evitar los azúcares y no compramos bollería industrial ni alimentos ultraprocesados. Hacer deporte constantemente y acorde a nuestras posibilidades es sinónimo de salud. Es una manera eficaz de prevenir enfermedades».
En cuanto a la pandemia del coronavirus, la periodista tiene ojos entrenados para observar la realidad, lo que la ha llevado a descubrir a personas que han tenido gestos nacidos del corazón y a otras que, «irresponsables egoístas e inmaduras», no han cumplido con algo tan sencillo como son las distancias de seguridad. Pero la vida sigue y pese a la incertidumbre más inmediata, asienta que «aunque nos va a costar, saldremos, poco a poco, de esta gran crisis».
Ana Campos transmite confianza y grandes dosis de serenidad. Y se lo debe a su madre, Fely: «Hace años pensaba más en el futuro, pero mi madre me dio una buena lección tras ganarle la batalla al cáncer. Recuerdo cuando nos comunicaron el diagnóstico. Ella reía y yo lloraba. Y me dijo: “Nena, ¿se puede saber por qué lloras? Yo no me voy a morir. Voy a luchar, así que deja de llorar”. A partir de entonces no me preocupa, en exceso, el porvenir. Vivo el presente».
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