Un atentado contra los principios de la ética deportiva
En Canarias, según la Ley 8/1997, se considera deporte la práctica del arrastre de ganado. Consiste en que una pareja de bueyes arrastra un peso de quince sacos de cien kilos sobre una superficie de tierra de unos setenta metros mientras son azuzados por el bueyero. Gana quien llega a la meta en el menor tiempo posible. Estas competiciones se desarrollan también en Navarra, Cantabria, Asturias, en alguna población de Castilla y León e, incluso, en la Comunidad de Madrid.
En las Islas hay dos razas bovinas: palmera y canaria. En La Palma arrastraban pinos desde las cumbres hasta la costa, mientras que en Tenerife se utilizaban para arar y preparar la tierra para la siembra. Sin embargo, ahora, es un deporte.
El sufrimiento de estos animales no se limita al transcurso de la prueba, sino que desde años antes son obligados a practicar diariamente. Entrenan con ruedas de tractor, sacos… para que vayan acostumbrándose a la carga pesada. En los entrenamientos no hay ningún tipo de control ni miradas ajenas, por lo que los animales pueden ser golpeados y castigados.
En estas pruebas existen dos tipos de sufrimiento: el psíquico o emocional, y el físico, y los dos atentan contra el bienestar animal. Además, antes de la competición, los bueyes son transportados en camiones no aptos para animales. De igual forma, la descarga no se hace con dársenas automáticas y una vez en tierra se ven sometidos a música, gritos… cuando los bovinos son especialmente sensibles a la alta frecuencia. Estamos, por tanto, ante un conjunto de estímulos desagradables que generan estrés y el consiguiente agotamiento de los mecanismos de defensa biológicos con la aparición de alteraciones funcionales y orgánicas.
Fatiga y miedo
Durante las pruebas los arreadores agreden de forma reiterada a los bueyes con un palo para aumentar el rendimiento. El ejercicio forzado, excesivamente intenso, brusco y violento, junto con la superficie de tierra resbaladiza, con giros que se ven obligados a realizar durante la competición, hace que sean frecuentes las patologías articulares. La consecuencia inmediata es que los bueyes jadean con la lengua fuera, claro síntoma de aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria, babean y producen espuma por la boca. También se aprecia que son reacios a avanzar y se salen de la pista con intentos claros de huida provocados por la fatiga y el miedo.
Por otra parte, no puedo confirmar que se les dope, pero es necesario que antes de cada competición se analice a cada animal.
En familia
Laura Castro, directora insular de Deportes del Cabildo de Tenerife, tiene un teckel de pelo duro de 4 años que llegó a su vida el día en que el Granadilla Egatesa se clasificó para la copa de Su Majestad La Reina. Se llama Google y es uno más del equipo y de la familia. Es un perro muy inteligente y juguetón con el que comparte anécdotas diarias. Le encanta dormirse junto a ella… Y ella feliz.
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