Esta crisis de confinamiento y cuarentena ha dejado otra de esas frases categóricas que parece que nadie pone en duda: “Lo online ha llegado para quedarse”. Y sí, es probable que así sea. La desescalada nos deja el móvil plagado de aplicaciones que antes no conocíamos y que ha llenado nuestras tardes de embrollos familiares y broncas entre amigos para conectarnos al zoom, meet, facetime o google duo.
Estos meses encerrados nos hemos tragado vídeos hasta de la peluquera de abajo haciendo tutoriales. Y es que, entre instragam y tiktok, más de un@ ha coqueteado con la idea de triunfar como influencer aunque no supiera ni poner el móvil en vertical para su primer directo.
Todo lo online es rápido. Inmediato. Cómodo y sin compromiso. ¡Y barato! Llevamos más de dos meses teniendo al alcance de nuestros dedos (literalmente) actuaciones de Lady Gaga, Bon Jovi o Mariah Carey. Cantantes a los que posiblemente no habríamos podido ver en directo jamás y mucho menos de manera gratuita.
Museos, teatros, conferencias… Hasta el Metropolitan de Nueva York ofrece cada día una ópera para que nosotros podamos tirarnos en el sofá con nuestro pijama viejo favorito, un paquete de oreos y quitar la “Tristán e Isolda” a los 15 minutos porque nos aburre. Y ahí radica la cuestión.
El acceso a la Cultura ya avanzaba a pasos de gigante antes de la COVID-19, pero ahora la oferta a golpe de click y coste cero es abrumadora. Tanto, que corremos el riesgo de olvidar el esfuerzo que hay detrás de aquello que estamos viendo. La formación académica de músicos y actores. La labor de vestuario y atrezzo. El trabajo invisible de los cámaras y técnicos audiovisuales. O simplemente lo difícil que es para un cuentacuentos estar al otro lado de una fría pantalla.
Es una maravilla haber tenido 24 horas (sí, ¡24 horas!) a Rosana en directo a través de su instagram. Siempre y cuando valoremos que sigue siendo una artista que vive de su trabajo, sus discos y del público que va a sus conciertos. Y que todo en esta vida no debe descargarse gratis de internet.
Estos días comienza la desescalada y las cosas ya están cambiando. Por eso, volvamos poco a poco a salir de la burbuja y redescubramos el sabor de la Cultura. Su textura. Su olor. Cambiar lo online por lo tangible, sin pantalla de por medio. Es momento de volver a la Cultura de cuerpo presente.
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