Hace exactamente un año, el Centro Cultural de Candelaria acogía la Canarias Gospel Summit, una propuesta impulsada por la Escuela Góspel de Canarias, con su director Ezequiel Barrios a la cabeza.
Durante todo el fin de semana la cumbre incluyó talleres, formación y conciertos, con la participación del norteamericano Isaac Cates como estrella invitada. El formato se consolidaba con más de medio centenar de inscritos en sus clases magistrales y lleno absoluto en su programación de conciertos. Por este motivo, y contando nuevamente con el apoyo de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Candelaria, en estas fechas estaba previsto que estuviéramos disfrutando de una nueva edición de la Canarias Gospel Summit, en este ocasión, con la colaboración especial de la británica Ruth Waldron. Pero la situación que todos estamos viviendo ha obligado a retrasar la cita hasta el próximo otoño.
En este sentido, la música góspel es un género que ha vivido un importante desarrollo en las islas, donde en los últimos años se han creado coros, encuentros y festivales. Un género que, a pesar de que suele cantarse en lengua inglesa, conecta rápidamente con el público local, creyentes o no. Tal vez sea la dureza de su origen o la mezcla intercultural que representa, pero el góspel va arraigando en una tierra muy acostumbrada a la música que fusiona ritmos de diferentes continentes. Una tierra que, aunque muchos lo desconozcan, también fue testigo de la esclavitud de población africana. Sea por lo que sea, este tipo de fenómenos ocurre en todas las disciplinas, cuando el arte trasciende y se convierte en sentimiento. Algo etéreo y casi mágico que en el idioma de otras músicas más cercanas a nuestra cultura se denomina duende, pero que en el mundo del góspel se llama ALMA.
Juan Castro
@juanset.ct
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