Fotografía / El chef del Il Bocconcino, con su equipo.
Hoy escribo con especial gusto, porque hablar de Il Bocconcino, el primer restaurante italiano con estrella Michelin en Tenerife, es hablar también de un viejo conocido: Niki Pavanelli, a quien admiro desde hace más de quince años.
Siempre me ha impresionado su perseverancia, su honestidad y su compañerismo. No solo es un chef extraordinario, sino un profesional íntegro y apasionado, que lleva al plato la misma disciplina y corazón con los que vive.
El restaurante se encuentra en el Royal Hideaway Corales Suites, diseñado por el arquitecto tinerfeño Leonardo Omar. La terraza, amplia y luminosa, da la bienvenida a una experiencia que combina elegancia, luz y vistas al Atlántico, preparando al comensal para un viaje de sabores donde Italia y Canarias se funden con naturalidad.

«Tradición e innovación se encuentran en un equilibrio impecable»
El aperitivo marca la filosofía de la casa: delicadas propuestas a base de cochino negro canario y queso pecorino, pequeñas golosinasque despiertan la curiosidad y anticipan la creatividad del chef. Cada bocado es un guiño juguetón, pero riguroso, al mismo tiempo. El pan de masa madre, servido con mantequilla elaborada a partir de la grasa del cochino negro y degustación de panceta, es potente y sabroso. Lo acompañan dos aceites Grand Cru de Archibusacci, Centotrenta I30.6 (añadas centenarias con cinco variedades de aceitunas), destacando el Jò, elaborado con la variedad Canino D.O.P., de producción limitada y sabor intenso que se mantiene en la memoria. Junto a ellos, un mini panetone de calabaza, que aporta un guiño dulce y otoñal, delicado y sorprendente.
La experiencia continúa con el Tonno vitellato, atún rojo en salsa de ternera. La intensidad del pescado se equilibra con la suavidad de la salsa. Luego llega Mare e Terra, anguila ahumada con frutas del bosque y copa de Ruibalbo, un bocado dulce-amargo que se acompaña con un vino natural Occhipinti Vino di Contrada Santa Margherita SM 2020, fresco y mineral, mientras que el Genovese & Salmorejo, una pasta pellizco rellena de conejo al salmorejo, combina delicadeza y profundidad con texturas complementarias que sorprenden, en cada bocado. Se baña con un vino C.D. Vaira de la zona de Lange y la uva Nebbiolo.

El plato estrella, la Carbonara 3.0, reafirma la maestría del chef: tradición e innovación se encuentran en un equilibrio impecable. Convierte cada mordida en una pequeña revelación. La experiencia de sabor se redondea con el Agnello, oveja canaria de raza pelibuey, seguido de Parmigiano & Balsámico, que aporta los orígenes nobles de Pavanelli, procedente de Bolonia, y los aromas profundos del vinagre balsámico.
El final, luminoso y alegre: Mattino, un postre que evoca a la mañana, al amanecer, y los Petits Fours de la pastelera italovenezolana Paula Salbuchi. Acompañados por un limoncello limpio y vibrante, cierran el menú con ligereza y elegancia.

El maridaje perfecto: Cà del Bosco, Margherita SM 2020, Eruzione 1614 y C.D. Vaira (Nebbiolo), Masi reserva y Muffato de Castello de lla Sala para el postre, un vino dulce y redondo que fue el epílogo de la jornada.
Al salir, comprendemos por qué Il Bocconcino tiene estrella Michelin: más allá de la técnica, brilla la verdad de una cocina sincera y apasionada como es la personalidad de Niki Pavanelli y su gran equipo.
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