Somos unos cuantos los que antes íbamos a restaurantes, otrora modestos, que nos parecían espectaculares. Y los recomendábamos en copiosas conversaciones. Se trataba de paladear cada palabra para definirlos.
Antes del boom de las redes sociales la herramienta de promoción de la genialidad gastronómica era el boca-oído. En muchos casos, sin ni siquiera conocer a quien había obrado el milagro. Nos quedábamos a las puertas de las cocinas, en conversaciones con la jefatura de sala o, simplemente, con su equipo, parte indispensable de la restauración.
Antes primaba el nombre del restaurante. Comíamos sin conocer al hacedor. Hoy el cocinero o la cocinera han convertido su nombre en marca y abanderan la mayoría de los proyectos. Y al hilo de esto, quienes están detrás de los fogones de toda la vida se llaman chefs porque es más guay, porque el palabro que viene del francés denota más profesionalidad y saber. Una chorrada mediática. ¡Sí, chef!
«Recuerdo aquellos primeros restaurantes de donde salieron grandes cocineros en Tenerife»
Yendo al meollo de la cuestión, recuerdo aquellos primeros restaurantes de donde salieron grandes cocineros en Tenerife. Me vienen a la mente algunos, como el Silbo Gomero con Braulio Simancas. Su gusto exquisito nos hacía disfrutar de su cocina. De nuevo, por cierto, lo tenemos por casa. La cocina tradicional de El Drago en Tegueste, con Carlos Gamonal, modernizada, ahora, por su hijo Carlos y su hija Priscila, y con un Lucas triunfando en su Esquina de Santa Cruz. Por el sur, los hermanos Padrón, que son los primeros cocineros canarios con dos estrellas Michelin. ¡Vaya manera de tocar el cielo! Su primer restaurante en Los Gigantes, El Rincón de Juan Carlos, espectacular. Y hablando de cielos, hoy en día son las grandes cadenas hoteleras las que van a la búsqueda y captura de estrellas para elaborar sus refistoleadas cartas, aunque desde siempre las cocinas de los grandes hoteles han sido cuna de excelentes cocineros. Ejemplos muchos, como Juan Carlos Clemente con su recordada Aula de Cocina en el Hotel Mencey. Ya entonces nos enseñaba, antes del éxito de Master Chef, cómo se cocinaban algunos de sus platos y cómo se maridaban con los buenos caldos de la tierra.
En fin, algunos ejemplos de profesionales que tenemos en la Isla y que han sabido tocarnos el buen gusto para que su recuerdo se mantenga en nuestro hipocampo.
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