Fotografía / SuAr
Sergio Rubira (Madrid, 1975) es director artístico del museo TEA Tenerife Espacio de las Artes. Ganó el puesto después de superar un proceso de convocatoria pública. Su amplio y rico currículum, y la propuesta que presentó, sedujo al tribunal que se convocó al afecto. Ahora, catorce meses después de su nombramiento, comisaría, junto a un equipo de ocho personas (Alejandro Castañeda, Néstor Delgado, José Manuel González, Isidro Hernández, Sara Lima, Débora Madrid, Emilio Ramal y Vanessa Rosa Serafín), la exposición Rebeldía y Disciplina (abierta hasta el 26 de octubre). Es su presentación en sociedad. Y hay que disfrutarla con calma varias veces. Es muy buena, magnífica. Es un punto y seguido que promete.
¿Qué TEA le dejó su antecesor, Gilberto González? «Un museo muy bien posicionado. Su programación de exposiciones y los programas públicos hicieron que TEA se volviera a tener en cuenta».
¿Qué balance hace tras poco más de un año como director artístico? «Me sorprende lo rápido que ha pasado este año. Algo muy importante ha sido que hemos aprendido a trabajar en equipo y espero que podamos seguir haciéndolo así. Néstor Delgado, conservador de exposiciones con el que mantengo un diálogo constante y muy cercano, compara la forma de trabajar que tenemos con la redacción de una revista. Creo en la inteligencia compartida y todo el equipo tiene mucho que aportar al proyecto del Museo. Hemos empezado también a ordenar TEA por dentro. Aquí está siendo fundamental la complicidad con el gerente, Jerónimo Cabrera. Hay muchísimo trabajo interno que debe hacerse. Y es poco agradecido porque no se ve».
¿Qué le apasiona, particularmente, de TEA? «Las posibilidades que tiene para convertirse en un museo de referencia».

«Me apasionan las posibilidades de TEA para convertirse en un museo de referencia»
El proyecto con el que ganó el concurso para la dirección artística se tituló Cien acciones para TEA. ¿Cuántas ha realizado hasta la fecha? «Primero había que conocer la Institución por dentro, sus ritmos, sus posibilidades, escuchar al personal y al contexto. No he contado cuántas hemos puesto en marcha, pero sí hemos empezado bastantes de las que tienen que ver, precisamente, con ese orden interno, sobre todo, las relacionadas con la Colección. El conservador, Isidro Hernández, ha entendido bien qué es lo que debemos hacer y sabe cuáles son mis preocupaciones. Nos pedían un programa por tres años, vinculado a esas cien acciones, como es obvio, y quiero respetarlo al máximo si existe la mínima posibilidad y no hay circunstancias que lo impidan. Incorporaré, eso sí, algunas adaptaciones ahora que conozco más la Institución, aunque todavía queda poner en marcha algún proyecto programado antes de mi llegada».
Una de sus prioridades es acercar TEA a la sociedad. ¿Tiene Tenerife cultura de arte contemporáneo? «Sí, sin duda. Cuenta con una larga tradición. Quienes visitan el Museo lo demuestran. Hay más visitantes locales que turistas. Y las actividades siempre atraen mucho público».
¿Por ejemplo? «Los talleres de La Plaza y Onda Corta suelen llenarse. También tienen muy buena acogida las conferencias de No-todo y las acciones de Por asalto. Esta propuesta de artes vivas se complementará el próximo año con el programa internacional Performa-Informa-Transforma, en el que colaboramos con otros centros extranjeros de gran prestigio, como el Mudam de Luxemburgo o el Bozar de Bruselas. También destaco la programación fílmica que realiza Emilio Ramal, conservador de cine y audiovisual, y la labor que realiza Paloma Tudela y su equipo de educadoras con el MiniTEA. Si tenemos posibilidad, ampliaremos los programas educativos».
¿Cuatro años son suficientes para defender su proyecto? «No. Cuatro años es poco tiempo. Los tiempos en los museos van lentos. Y añadiría que los de la Administración pública, también. TEA es un museo con una estructura muy pequeña, presupuestaria y de personal, sobre todo en relación con la actividad que desarrolla y al patrimonio que conserva. Lo que lo complica un poco más. El consejero, José Carlos Acha, es consciente de estas carencias y está apoyándonos en la búsqueda de soluciones».
¿Hacia dónde camina la museística en un mundo digital dónde la inmediatez marca la pauta? «Me temo que es difícil luchar contra la digitalización. Hay que buscar lo que es positivo en este proceso imparable. Por ejemplo, aquello que tiene que ver con la difusión del patrimonio y su conservación. En este sentido, el trabajo que se hace desde el Centro de Documentación ha sido fundamental gracias a la digitalización de una parte importante de los fondos fotográficos. Aunque también espero que los museos se conviertan en un refugio que ayude a romper con esa demanda de inmediatez, en un espacio en el que quedarse tiempo, en un lugar en el que estar, no por el que pasar».

«Tenemos más visitantes locales que turistas»
¿TEA tiene un discurso que aportar al arte contemporáneo de España y resto del Mundo o su condición isleña le aísla del exterior? «Tiene mucho que aportar. Hay debates vinculados a problemas de la sociedad actual en los que Tenerife y Canarias, a través de TEA, participan».
El punto de partida de la exposición Rebeldía y Disciplina es la colección del museo TEA. ¿Por qué hay que verla? «Para conocer mejor el modo en el que se ha desarrollado el arte en Canarias a partir de los esfuerzos colectivos que se hicieron para generar un contexto en el que poder desarrollarlo. A partir del relato que hemos construido, uno de los muchos posibles, quedan muy claros cuáles eran los intereses en cada época y también cuáles fueron las condiciones sociales, políticas, culturales y económicas en las que se produjeron las obras».
¿Cuánto queda por mostrar de la Colección? «Mucho todavía. Hay que desarrollar una política de crecimiento sistemática de la Colección. Tiene que ser memoria de la Institución, pero también memoria de la producción artística y visual de Tenerife y Canarias en el último siglo, sin olvidarse de lo que se comparte con otras latitudes y del entorno en el que se realizó».
¿Cuál es la joya de la corona de TEA? «Las posibilidades que ofrece. Su potencialidad».
¿Óscar Domínguez es tan importante como se cree aquí? «El grado de importancia siempre es relativo. Depende desde dónde y cuándo se mire».
El título, Rebeldía y disciplina, está tomado de la iniciativa, previa a Gaceta de arte, que plantearon Pedro García Cabrera y Eduardo Westerdahl en 1931. Proponían esas dos actitudes como las posibles opciones para el desarrollo de la modernidad. ¿Cómo analiza la sociedad actual? «Es una pregunta muy compleja como para, al contestarla, no caer en lugares comunes».
La dejaremos, entonces, para otra ocasión. ¿Qué movimientos artísticos marcan tendencia en la actualidad? «Ya no hay movimientos, quizás podríamos hablar de tendencias. El arte suele estar muy pegado a la actualidad y responde a ella: desde artistas que trabajan a partir de las imágenes y lo que significan, ahora que se está imponiendo la Inteligencia Artificial, hasta artistas que se integran en los debates ecologistas y en cuestiones que tienen que ver con la sostenibilidad».
Aparte del arte, ¿qué más hay en su vida? «Nada que a quienes lean esta entrevista les resulte interesante».
EL CURIOSO IMPERTINENTE
¿Qué le ata a la vida? «Mis perros».
¿La pieza más preciada de su colección? «Tengo muchas pequeñas colecciones».
¿Qué le agota del arte? «Los pasillos».
¿Y de las personas? «Las que hacen pasillo».
¿De qué se arrepiente? «De muchas cosas, aunque quizás de ninguna».
¿En qué museo se perdería? «En el de Sir John Soane de Londres».
¿Su paso por TEA es un trampolín para…? «TEA hasta donde yo sé es un museo, no un polideportivo».
¿Qué artistas llaman su atención en este momento? «Quienes colaboran ahora en el Museo».
¿Qué necesita para ser feliz? «Muy poco».
¿Con qué personalidad viva le gustaría comer? «Con muchas. Organizaría una fiesta».
¿Qué no falta en su nevera? «Zumo de naranja y chocolate negro».
¿De qué es más fácil convencerle? «Soy bastante tozudo. Es difícil convencerme».
¿De qué tema le aburre hablar? «No soy muy hablador».
¿Nadie se imagina que usted…? «Cuando no sé qué leer recurro siempre a Agatha Christie o a novelones franceses del siglo XIX».
¿Qué no le podemos pedir? «Un paraguas. Siempre los pierdo».
¿Una película? «Depende de la circunstancia. Pero cuatro que veo mucho son: Las amistades peligrosas, La reina Margot, Los juncos salvajes y Cleo de 5 a 7».
¿Su mayor virtud? «Mi menor defecto».
¿Qué tiene que suceder para que se corte la coleta? «Quedarme calvo».
¿A qué huele? «Naranja, romero, tomillo y lavanda».
¿Izquierda, centro o derecha? «Aunque en el colegio intentaron cambiarlo, soy zurdo».
Comentarios recientes