Creo que aún estaba en la barriga de mi madre cuando debí escuchar la tan manida frase de que “la cultura es importante” y “la educación debe ser lo primero” y toda esa retahíla de muletillas que repiten como loros incluso gentes que jamás leen un libro o pisan un teatro o acuden a una sala sinfónica o pasean por una galería de arte. Yo hace tiempo que me cansé del tópico. En este país la cultura no importa ni ha importado nunca, y esta desgraciada pandemia que sobrevivimos no ha venido sino a confirmar que ni la cultura ni los artistas importan en España. Pero ni un fisco.
Hay mil razones que avalan esta certeza. España tiene en su propia lengua, el español, una potente fuente de riqueza. Pensemos solamente en los millones de hispanohablantes y en la propia demanda de aprendizaje de la lengua. Sin embargo, ¿qué hacemos? Darle la mínima importancia en los sistemas educativos hasta el punto de que la propia literatura desaparece de los currículos escolares. Sin lectores, nos cargamos una gran maquinaria económica generadora de empleo. Varios de los mejores escritores de la literatura universal escribieron en español, Cervantes sin ir más lejos, el inventor de la novela, pero tampoco sabemos, como dicen ahora los modernos, “ponerlos en valor”, expresión gramatical errónea, por cierto. Lo que llamamos cultura es también un gran conglomerado socioeconómico que, en el fondo, resulta crucial para el progreso y el desarrollo. Las sociedades lastradas por diversos niveles de analfabetismo solo sirven para chapotear, cual cochinos, en las propias heces de su pocilga. El mundillo cultural, tan desarticulado, está intentando moverse en busca de garantizar su precaria supervivencia, pero hay tantas circunstancias del revés, que mejor haríamos en aprovechar el coronavirus para repensar todo el sistema, y empezar por poner la cultura en las estructuras educativas y así no empezar la casa por el tejado. Solo la cultura nos aleja del mono. Saber leer sirve también para que entendamos las normas sanitarias y evitemos contagiosos suicidios en manada. Sin cultura solo perpetuamos mascarillas, hidrogeles, insolidaridad, barbarie y todas las injusticias. Todas.
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