Fotografía / SuAr

Andrea Santamaría sintió desde pequeña la llamada de la naturaleza. Desde que era niña compartió su camino con animales en casa, a quienes sentía familia. La conexión era tal que podía sentir mensajes que le llegaban de ella de diferentes formas, respondiéndole a partir del lenguaje del alma. «Reconocía una forma de comunicación que trascendía la comprensión mental desde lo profundo del ser», señala.

Hoy comparte su vida con dos perros hermanos, Tyrion y Arya, que fueron adoptados en Tenerife, en el Albergue Valle Colino. Fueron abandonados y «llegaron para recordarme que somos una misma esencia encarnando diferentes cuerpos».

El camino de esta familia está en contacto estrecho con el silencio vital y la certeza de que otra vida es posible, teniendo como referencia los ritmos de la naturaleza, volviendo al origen, encarnando la eternidad…

En sintonía con la mujer que habita, Santamaría imparte diversas sesiones formativas, como la que denomina Comunicación animal. Esto es, «damos la oportunidad a los animales de ser escuchados y de expresar sus deseos y necesidades, lo que nos sirve para mejorar nuestra relación y convivencia en familia».

Danzas de Gaia

Andrea Santamaría encuentra en las Danzas de Gaia toda su esencia a través del lenguaje del cuerpo y del alma. Es una música, dice, «que viaja en el cielo y habita los paisajes de la Tierra encontrando vida y muerte por el camino. Es el ritmo que nos mueve». En este sentido, apunta que «hemos venido a conectar con ese ritmo, con ese pulso infinito que recorre espacios que están vacíos, habitando la vida, creando una danza infinita, sencilla, natural y salvaje».

En otras sesiones formativas (Mujer cíclica) muestra el sendero para poder despertar y recordar la energía vital. Así, dice que rehabita el cuerpo desde la danza del vientre, el Tantra (respiración, sonido y movimiento consciente), el conocimiento y uso de plantas medicinales… «Todo ello desde la energía amorosa, sensual y placentera de la diosa Venus», subraya.