En estos días en los que tratamos de sobrevivir al hastío y a la angustia mental que supone el aislamiento social, está surgiendo una búsqueda desesperada para sosegar nuestra ansiedad y preocupación ante la incertidumbre de un futuro totalmente impredecible. Esa nueva persecusión para obtener la calma está dejando clara una cosa: es innegable que esta desgracia está cambiando en cierta forma nuestra manera de relacionarnos y nos está acercando hacia nuevas formas de expresión y de exploración de nuestra creatividad que no están pasando inadvertidas para ninguno de nosotros.

Entre ellas hay que mencionar que en poco tiempo han surgido grandes iniciativas culturales en internet. Tenemos como ejemplo las organizadas por poetas y cantantes, tanto amateurs como consolidados, que se han unido en las redes sociales para luchar contra la soledad y mantenernos unidos, ironicamente ahora más que nunca estando separados. Con el lema #yomequedoencasa, espacios como el de instagram se han convertido en este momento en el cobijo de muchas personas que buscan refugio en el arte, acudiendo a recitales y conciertos online en directo. Una buena excusa por cierto, para celebrar el día de la poesía que fue el pasado 21 de marzo.

Posiblemente el creciente éxito en los últimos días de los eventos de este tipo se deba a que la poesía y la música consiguen humanizar la naturaleza que nos rodea y todo lo que contemplamos en ella y por ende humanizarnos y conmovernos a nosotros mismos. Reflexiones profundas y poderosas que en tiempos de crisis nos hacen plantearnos el significado de nuestra propia existencia, sintiendo que nos encontramos en las letras y en las melodías de otros.

Tengo la esperanza de que el día en el que por fin pase esta cuarentena, recordemos y agradezcamos la medicina que fueron en los tiempos difíciles esos artistas que nos dejaron un pedacito de corazón en cada canción para arroparnos. Esos escritores emocionales que se volcaron en libros y que esperan ser descubiertos y no despreciados por la era digital. Ojalá no lo olvidemos y justo sea ese el momento de dejar el móvil en casa para ir a llenar cada concierto, cine, recital de poesía, exposición de arte, museo, festival de danza y todo eso de lo que viven los que hacen vibrar y sentir al ser humano un poquito más vivo.

Detrás de todo gran desastre viene una gran bendición y quizás nosotros siempre la hemos tenido delante, porque la libertad de pensar y sentir es lo único que nunca nos podrá ser arrebatado. Así que seamos solidarios y celebremos que hay gente que nos muestra la diferencia entre mirar y ver. Demos un aplauso a los artistas. A todos esos que insisten en crear, para por fin hoy, enseñarnos a creer.

Christina Conde
@Christinaconde_